Chema es profesor. Ana estudia Psicología.
Él es un buen compañero y una persona interesante: meticuloso, organizado, de tempo lento (a veces, demasiado...), bueno, generoso, solidario, positivo, especialista en sanar almas ajenas (no sé qué hará con la suya...). Su serenidad contagia y calma. Su mirada taladra con suavidad y su sonrisa conquista. A veces parece un niño demasiado serio que sigue siendo un niño.
Ana cautiva también. Ella es una artista: apasionada, dulce, creativa, risueña, fluida, desordenada, amorosa, tierna. Exagerada en sentimientos y risas y, a la vez, solidaria y sensible con lo ajeno. Parece una niña ingenua, pero no... Es una mujer, delicada y fuerte, aunque a veces juega a ser la niña ingenua que ya no es. Sus ojos, muy hermosos, transmiten la alegría de vivir. Es observadora y cautelosa, como su padre, Chema.
En este vídeo ambos interpretan juntos un par de temas. Y cuando lo he visto he sentido lo que últimamente se asienta en mi espíritu: que solo la solidaridad y el arte pueden salvar el mundo.
Creo que Ana y Chema, como muchas personas más, pueden cambiar el mundo y estoy segura de que ya lo hacen cada día.
Gracias a los dos. Ha sido un gozo disfrutaros.
PS: reconozco la colaboración de fuentes confidenciales para haber podido hacer estas semblanzas...
Si queréis verlos y escucharlos en otro vídeo pinchad aquí
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