Cuando llegué al Juande y asumí la coordinación del proyecto de coeducación, Victoria me pasó una carpeta con el material de cursos anteriores. Me di cuenta inmediatamente de que iba a trabajar sobre un terreno bien abonado; de que ella lideró un equipo de personas que habían hecho ya una labor muy válida; de que nuestra jefa era una feminista convencida que iba más allá de la teoría.
He desempeñado mi función de coordinadora de coeducación con una visión amplia, con la idea firme de que no solo había que fomentar la igualdad entre hombres y mujeres sino la que debería existir entre todos los seres humanos. De ahí las muchas entradas de este blog dedicadas a la inmigración, explotación infantil o discriminación de varios tipos. He intentado cumplir con mi responsabilidad " a mi manera" y he sentido la satisfacción de contar con el apoyo de muchísimos compañeros y compañeras, alumnos y alumnas, padres y madres y personal del PAS. Me siento agradecida a todos ellos y a Victoria y a Paco por haber confiado en mí y haberme dado esta oportunidad.
Pero esta tarde le ha dado vueltas a muchas cosas. He ido al acto de entrega de diplomas en el Juande. Ha sido breve, sencillo y emotivo. Victoria estaba presente con su ausencia, en las palabras emocionadas de Paco Pasión y en el discurso tierno, nostálgico y esperanzador de Cristina Velázquez. Todos hemos sentido el sabor agridulce del acto y hemos arrinconado la tristeza porque los chicos y las chicas del instituto se lo merecían.
Y ¿qué tiene esto que ver con el inicio de esta entrada? Pues simplemente, que yo le he dado más vueltas a todo y me he planteado entre otras cosas que Victoria se merece "homenajes más reales". Me explico un poco. Al entregarse los premios de la excelencia las chicas han sido mayoría aplastante. ¿Qué pasará después con estas mujeres excelentes? Cuando lleguen a empresas o instituciones, ¿ocuparán puestos de responsabilidad?, ¿cobrarán lo mismo que los hombres?, ¿sufrirán zancadillas por el hecho de ser mujer? Ojalá pudiera decir que no van a tener ningún problema. Pero mucho tienen que cambiar las cosas para que sea así, me temo...
Me consta que Victoria desempeñó su cargo con eficacia, dedicación, entrega y fuerza. Sé que era un pilar fundamental del centro y que asumía muchas más competencias de las que le correspondían. Yo también fui cargo y también tuve actitudes similares a algunas de las que he observado en Victoria. ¿Hasta cuándo vamos a tener que seguir demostrando que las mujeres podemos hacer las mismas cosas que los hombres y para hacerlo lo tenemos que hacer mejor? No sé lo que sentía Victoria al respecto, pero yo lo percibo así.
La visión femenina (que existe) es fundamental para complementarse con la masculina a la hora de gestionar un equipo de recursos humanos como el que, por ejemplo, hay en un centro educativo. Yo qué sé... En estos momentos siento que en su proyecto, continuado por mí como buenamente he podido, ha fallado algo. Victoria solo ocupaba el cargo de jefa de estudios. Pero ella no era una mujer sino tres o cuatro... Su continua presencia en el centro nos hace sentir que con ella se han ido esas tres o cuatro personas. No acabamos de creernos que el destello rojo de sus rizos no se asome por la puerta de jefatura.
Gracias, Victoria, por tu labor en este terreno difícil de la igualdad. Es evidente que eres irreemplazable.
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