Rosa ha aceptado participar en nuestro proyecto con una alegría casi infantil y una ternura apabullante. Hemos leído varias obras suyas. Lo que traemos aquí son los pensamientos, los sentimientos que La canción de Dorotea ha suscitado en Julia. Lean y disfruten.
Y, aunque no necesite presentación, si quieren saber algo más de ella pueden visitar su página web.
El título confunde. Creo que a poca gente se le ocurriría
entender “canción” como lo que significa realmente en la novela, una verdadera
experiencia de la vida.
Al comienzo, todo parece indicar que Aurelia, una mujer
adulta, lleva una vida agradable y normal mientras que su recién contratada guardesa,
Adelita, tiene una calidad de vida mucho peor. Sin embargo, conforme va
avanzando la trama, extraña y oscura, cada vez se hace más evidente la
vulgaridad de la rutina de Aurelia frente a la pasión y el misterio que reinan
en el día a día de Adelita.
Esto despierta en Aurelia el recuerdo de lo que yo
personalmente considero la idea más bella, impactante e intensa de la novela;
una idea reflejada en las palabras que guiaban el comportamiento de su padre,
una frase hermosa que contrasta con el carácter egoísta y desconsiderado de
este personaje: “Cada persona ha venido
al mundo a cantar una canción, su propia canción”. Al principio no le di
importancia; tal vez no la había entendido. Pero luego se me fue metiendo en la
cabeza como un estribillo y comprendí que era la clave de la obra.
Para mí “la canción” representa una invitación a vivir.
Vivir con mayúsculas, vivir de verdad; vivir liberando la pasión que tantas
veces tendemos a censurar por miedo; vivir aprovechando cada momento, sin
perder un instante, sin dejar pasar una oportunidad. No dejarse arrastrar por
el tiempo y la rutina, eludiendo la posibilidad de convertir nuestra existencia
en algo memorable y ¿por qué no? también admirable: no admirable para el resto
del mundo, en busca de algún premio o compensación sino admirable para una
misma. Algo que nos permita mirar hacia atrás y sentir que la experiencia ha
merecido la pena. No podemos quedarnos mudos y limitar nuestras acciones, palabras
e incluso pensamientos a lo ya establecido, a lo que otras personas consideran
bueno o correcto. No debemos desperdiciar la belleza del mundo que nos rodea
sin darnos cuenta de que cada momento es único, solo porque estamos preocupados
por otras cosas que probablemente no tengan ningún valor. Ni descuidar detalles
como mostrar cuánto queremos a las personas a las que les importamos: algo tan
simple como eso.
No podemos desaprovechar nada, no importa qué edad tengamos
ni qué vida llevemos. Todas las personas hemos de cantar nuestra propia canción
o escribir nuestra propia historia de forma que cada paso, acorde o palabra
vaya componiendo una pieza única, la propia vida.
Julia González Pérez, colaboradora de Aequitas25
Querida Julia, soy la autora de La Canción de Dorotea, la novela de la que hablas, y me emociona la lectura que has hecho de ella. Una lectura original por la forma en que la expresas porque aunque sea cierta, con tus palabras adquiere un nuevo significado. Es el milagro de la lectura que nos convierte en creadores. Gracias por haberlo dicho de esta forma tan hermosa. Un fuerte abrazo, Rosa Regàs
ResponderEliminarQuerida Julia, ya te dije que me emocionó y me animó el comentario tan fresco y vital que haces del libro.
ResponderEliminarQueridas y queridos Aequitas25, como "no podemos desaprovechar nada" creo que a Rosa Regás le debemos entre todos una merienda. ¿Qué pensáis?