No pudo ser la cadena. Los dioses no nos fueron propicios o tal vez nos pusieron a prueba. La alternativa era el silencio. Un silencio pesado, un silencio atronador que actuara como un grito unánime contra la violencia machista. Era difícil. En un centro donde el ruido nos acompaña cada día teníamos miedo de que las risas, las bromas, los nervios mancharan algo que debía ser un canto claro y fuerte a la vez.
Y fue. Porque los alumnos y las alumnas de Juan de Mairena nos demostraron el pasado 25 que son capaces de mucho más. Que solo tenemos que confiar en lo que pueden ser y hacer. Más de mil personas en un entorno cerrado gritaron con la boca cerrada que no, que basta ya de tanto dolor y tanto dominio. Nos dijeron sin hablar que el amor debe ser libre. Proclamaron sin decir una sola palabra que soy mía y eres tuyo y de nadie más.
Después vinieron las palabras necesarias y la música, dulce y fuerte. Pero lo más impresionante, lo que nos erizó la piel a más de uno, a más de una, fue el silencio. El silencio que pesa.
No puedo añadir nada y no puedo quitar nada. Sólo me queda repetir bien fuerte "BRAVO!"
ResponderEliminarSincero y emotivo. Silencio que pone carne de gallina y voces que calientan el alma con su música.
ResponderEliminarGracias!
No tengo palabras, fue precioso como nos unimos todos para mostrar que estamos con ellas!!
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ResponderEliminarFelicidades, felicidades a todos y cada uno de los alumnos, profesores y voluntarios que participaron en este acto simbólico en contra de la violencia de género. Gracias por adaptaros al cambio drástico de lo que había planeado, gracias por vuestro apoyo, gracias por vuestro respeto, gracias por vuestro silencio. Son muchas las personas que hay detrás de no solo actos como el del pasado 25 de noviembre, sino gente que día a día le planta cara al machismo.
ResponderEliminarEs irónico, si no existiese el maltrato a la mujer, no sería necesario que un día como este representase nuestra lucha. Y de lo que no nos damos cuenta, es de que es algo que está normalizado hasta el punto del ridículo, sabiendo que la cruda realidad es que este año se han alcanzado ya las cuarenta víctimas y que aparentemente la gente no llega a concienciarse de que eso es una barbaridad. Supongo que ahí es donde nosotros actuamos de manera deshinibida, como llevamos haciendo desde hace algunos años. En esta ocasión no unidos por una cadena, sino por el silencio, un silencio devastador y cómplice, que representaba en realidad un grito agonizante.
Desgraciadamente, a esta guerra aun le quedan muchas batallas. Sin embargo no debemos desistir, ésta es tan solo una más de las burdas injusticias en el mundo, por ello vuelvo agradeceros lo que hacéis y habéis hecho, espero que nuestro silencio se haya oído.
José Antonio Domínguez Miranda