En la Semana Santa de hace 99 años
era publicado en la prensa obrera un artículo titulado El minero vizcaíno, firmado bajo el seudónimo de “La Pasionaria”,
elegido por la propia autora, debido a las fechas en que se encontraban.
Se trataba de Dolores Ibárruri, una
joven nacida en Gallarta (Vizcaya), el 9 de diciembre de 1895. Proveniente de
una familia de mineros, había querido ser maestra, pero sus problemas
económicos le impidieron continuar sus estudios. Siendo aún adolescente, empezó
a trabajar como sirvienta y no tardó mucho en casarse.
Por razones del azar, su marido, Julián
Ruiz Gabiña, era un líder minero socialista y ella pronto empezó a interesarse
por el marxismo. Oponiéndose al destino de esposa-esclava que la sociedad le
tenía reservado, se implicó en los movimientos obreros y en la política, publicando
artículos y participando en revueltas, lo que le llevó a visitar la cárcel en
varias ocasiones.
Ya en la II República, se trasladó a
Madrid para trabajar en Mundo Obrero,
el periódico del Partido Comunista Español (PCE), del cual era miembro y por el que llegó
a ser diputada. Poco después de la fundación de la Unión de Mujeres
Antifascistas, fue nombrada presidenta y no tardó en divorciarse de su marido,
gracias a la recién entrada en vigor Ley del Divorcio.
Una vez estallada la Guerra Civil
Española, se convirtió en una defensora férrea de la República frente al bando
nacional. Triunfaron sus discursos de ánimo a las tropas republicanas, como el
famoso “No pasarán” del 19 de julio de 1936 (un día después del golpe de
Estado) por la defensa de Madrid, y también destacaron aquellos en los que
solicitada la ayuda de países vecinos, como Francia, desgraciadamente sin mucho
éxito.
Tras la derrota, se vio obligada a
exiliarse. Llegó a la URSS, lugar de origen del pensamiento que la había
“enamorado” en su juventud. A pesar de perder a su hijo en la Batalla de
Stalingrado, siguió defendiendo a capa y espada los ideales comunistas, incluso
después de su vuelta a España el 13 de mayo de 1977. A lo largo de los años de
exilio, fue ocupando diferentes cargos dentro del PCE e incluso llegó a ser
nombrada presidenta en 1960. Ya en España, volvió a ser elegida diputada a
Cortes por Asturias y continuó implicada en política (aunque más simbólicamente)
hasta el día de su muerte, el 12 de noviembre de 1989, a los 93 años de edad.
Sé que a muchos de los que lean esta
entrada, sobre todo los que vieron en directo, por televisión, el anuncio de la
muerte de Franco, les habrán contado que los comunistas (o los rojos, en
general) tienen cuernos y rabo. Pero no quiero escribir de política, sino de
una mujer que defendió los derechos de las mujeres y sus ideales frente a una
sociedad y una época que estaban totalmente en su contra. Por esta razón, creo
que Dolores Ibárruri merece, más que muchos otros, aparecer en los libros de
Historia de los institutos. Y también ser conocida por aquellos a quienes en su
adolescencia les fue ocultada la Historia de España del siglo XX antes de
Franco, a quienes les prohibieron aprender del pasado con el fin de que solo
apoyaran al régimen instaurado, a quienes nunca vayan a saberlo porque no
quieren estudiar segundo de Bachillerato y esos años siguen siendo un tema tabú
en nuestra sociedad (por mucho que nos neguemos)… En definitiva, a quienes les han robado la
libertad de conocer su Historia.
Judit
Fernández Roca, colaboradora del grupo Aequitas25
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