¡Dios mío, es una mujer! Así decidió titular
su autobiografía Nancy Bird (1915-2009), una de las primeras mujeres
piloto de la aviación comercial. El título es la frase que le dijo
un pasajero cuando vio que era ella la que estaba a los mandos del
avión. En aquella época se creía que las mujeres no tenían las
aptitudes necesarias para volar, pero ¿hemos cambiado ese prejuicio?
Obviamente y la vista de la imagen que ilustra esta entrada, no lo
suficiente.
Aún se
considera que la profesión de piloto no es apta para mujeres debido
entre otras cosas a la dificultad que tiene compaginar la vida
laboral con la vida familiar, como si los hombres no tuvieran que
hacerlo. Por otro lado es aceptado mayoritariamente que las TCPs
(tripulantes de cabina de vuelo/azafata) tengan que lidiar con ese
mismo problema; es decir, pasar el mismo tiempo fuera de casa que sus
compañeras piloto, y aún así se les considere válidas para su
trabajo. No ocurre lo mismo con las mujeres piloto que tiene que
demostrarlo cada vez que cogen los mandos de un avión.
Esta dificultad
la vivió en primera persona Betina Kadner. Su incorporación a la
aviación comercial en nuestro país no fue fácil. En 1969 con 22
años consiguió la modificación del reglamento que impedía pilotar
aviones civiles a las mujeres y obtuvo el título de piloto
comercial. Durante una década fue la única mujer en las cabinas de
avión en España y en varias ocasiones tuvo que oír como algunos
compañeros le decían por radio “Betina, a la cocina”. Ya en
1998 consiguió ser la primera mujer comandante en nuestro país
pilotando un Airbus 320.
En la
actualidad, según datos del SEPLA (sindicatos español de pilotos de
línea aérea), existen aproximadamente unos 6000 pilotos en España,
de los que 200 son mujeres, es decir, un 97% frente a un 3%. Esta
diferencia queda muy lejos de la de otras profesiones
mayoritariamente masculinas en el pasado, como por ejemplo
arquitectura donde el porcentaje es de 70% hombres frente al 30% de
mujeres. Estas cifras subrayan la necesidad de potenciar dentro del
sector aeronáutico el papel de la mujer en la aviación comercial.
Por último, como
dato esperanzador, este año en la escuela de pilotos AEROTEC de
Sevilla se han matriculado 10 alumnos, de los cuales 2 son chicas.
Esperemos que este número vaya incrementándose en los próximos años
y cada vez nos resulte más corriente encontrarnos mujeres en la
cabina de un avión.
Daniel Claros Montes, colaborador del grupo Aequitas25
Todos hemos tenido que pasar alguna vez por el típico prejuicio de “en farmacia sólo hay tias”, o “en ingeniería sólo tios”. Incluso en los mismos bachilleratos, donde parece ser que la elección favorita por parte del sexo masculino resulta ser el tecnológico. En cambio, el femenino optará por salud. Al margen quedan las sociales, las humanidades y el arte, donde parece ser que el número de matriculados/as suele estar más compensado. ¿Es realmente esto cierto? ¿Se trata de un tópico? Bajo mi punto de vista, pura coincidencia, al fin y al cabo es cuestión de gustos.
ResponderEliminarReferido a la profesión de piloto de línea, tal y como ha expuesto Daniel, es evidente que existe una clara desigualdad de profesionales del sexo femenino en cuanto a aquellos del masculino. Una de las razones es que quizás a la propia sociedad machista en la que vivimos le siga interesando la “supremacía” del sexo masculino sobre el femenino, claramente reflejado en el ejemplo mencionado anteriormente por Daniel respecto a lo de las azafatas. Realmente repugnante esa forma de cosificar a la mujer.
Aunque, como bien ha mencionado antes Daniel, existen gran cantidad de profesiones aparte caracterizadas por el dominio claro de un sexo. Por ejemplo, en el propio ejército (por un lado) y la enfermería (por el otro). Es cierto que se está logrando reducir, pero no es suficiente. Quizás uno pueda pensar que “cada sexo está especializado en unas tareas determinadas”, pero, ¿realmente esto es así? O, ¿más bien al revés?: Adaptamos a cada sexo a una función determinada para que la sociedad funcione. Es obvio que desde que nacemos no hacen más que adaptarnos a la sociedad, con lo cual la cuestión está más que resuelta.
Ahora bien, ¿verdaderamente un hombre no puede hacer la misma labor que una mujer o viceversa? ¿Acaso lo ha demostrado la ciencia? Una total injusticia. Todo ello puede desembocar (y de hecho lo hace) en la diferencia salarial que ello conlleva por el simple hecho de pertenecer al sexo femenino.
Por otro lado, el tema de los embarazos. Una vergüenza. Probablemente culpa del sistema económico en el que vivimos, donde se busca el máximo beneficio posible a toda costa. Lo cierto es que existe una inmensa falta de ética en la sociedad y de moral en los propios empresarios respecto al tema, uno no se explica la falta de empatía con las trabajadoras embarazadas. A día de hoy, por suerte, el hecho de despedir a una empleada por quedarse embarazada resulta ser ilegal, aunque claro, las clausulas en los contratos no lo son, y ello conlleva a una disminución salarial y falta de contrataciones que recaen sobre el sexo femenino. Me encantaría poder ver a cualquier empresario en la situación que cualquier mujer puede vivir a lo largo de su vida laboral, como por ejemplo mi madre, quien fue despedida de su empresa de entonces cuando se quedó embarazada de mi hermano.
Bajo mi punto de vista, cada vez estamos más concienciados acerca de la igualdad de género, y probablemente nuestra generación sea una de las que más lo ha estado nunca. Tenemos la oportunidad de acabar con este abuso de una vez por todas, y todo ello está en nuestras manos. Cada vez somos más.
José Mª Gutiérrez-Ravé Estrada 2ºBTO. B