Empezamos fuerte el año.
Llevamos 2 semanas (casi 3) de 2018 y ya tiene pinta de que la lucha sigue.
Y por supuesto que sigue.
Cada año nuevo oigo repetir frases del estilo a "año nuevo, vida nueva". Estas ideas no nos suelen durar mucho a la mayoría, pero hay quien sí parece que hace borrón y cuenta nueva, y no solo a principios de año, sino varias veces a lo largo de este.
Si ya de por sí resulta difícil que haya un castigo justo contra la violencia de género y los abusos sexuales por regla general, la fama y el renombre dan aún más poder a la hora de presentarse ante un juez. Y aunque hay algunos que ya están pagando las consecuencias de sus actos, aún hay muchos famosos, sean cineastas o cantantes, que han estado en el punto de mira varias veces pero se libran porque parece que da miedo tocar a los peces gordos.
Desde hace tiempo se afirma que a veces es mejor separar al artista de su obra si no queremos decepcionarnos. Esta idea me parece a partes iguales absurda y lógica: un artista se plasma a sí mismo en su obra, y cada persona está influida por la sociedad, nos guste o no. Si en una película nos venden la idea de la libertad y de repente se descubre que el director o uno de los actores ha abusado de una mujer durante esa grabación, por muy buena que sea la película, por muy taquillera que fuese en su época, por mucho que aportase al mundo del arte, ese detalle hay que tenerlo en cuenta.
Pero esto no significa que debamos despreciar el arte de todos aquellos autores que han atentado contra los derechos de las mujeres ni contra cualquiera de los derechos humanos (básicamente porque nos quedaríamos bastante solos). El trabajo artístico y la obra de algunos autores (sean escritores, directores de cine, músicos, ...) se valora por su aportación a la historia del arte, de forma que el autor mismo pasa a un segundo plano con el paso del tiempo, y nos quedamos con lo que creó.
Pero no estamos hablando de la trascendencia de las obras. Estamos hablando de la actualidad, del ahora, de los abusos de poder en el presente. Y actualmente, se sigue abusando del poder. Y ojalá no, pero algo me dice que dentro de 20 años también saldrán actrices que hoy en día ya son víctimas, y querrán alzar la voz, porque al fin se verán con la suficiente fuerza. Y espero, aunque algo me dice que aun nos queda mucho para que esto llegue, que en su momento sepamos separar artista de obra, nos quedemos con la obra, y mandemos al artista a la cárcel. No más borrón y cuenta nueva.
Los Globos de Oro me dieron esperanza. Qué queréis que os diga, a mí los discursos americanos sí me llegan, y aún más los que les quieren parar los pies a estos "señoros" de Hollywood que tanto tiempo han estado usando su puesto de poder contra mujeres del oficio, esos que no se van a librar. Pero más me duelen los que se libran (I'm talking about you, Depp).
Más me duelen los que se libran por su nombre y su reputación, como se libró en su día Picasso, como se libró en su día Rodin.
Pero aquella época no era la misma que esta, más de uno habrá pensado...
Con más razón no deberían librarse, contesto yo sin escrúpulos.
Conchi Tabares Fernández, colaboradora del grupo Aequitas25
No hay comentarios:
Publicar un comentario