El pasado martes 18 de septiembre
tuvo lugar en el Centro Social Polivalente Hogar Virgen de los Reyes una
jornada conmemorativa del 23 de septiembre, Día internacional contra la prostitución, la trata y el tráfico de personas con fines de explotación
sexual.
A diferencia de otros años, la
campaña buscaba centrarse en este caso en el hombre: el putero, el
prostituidor, el hombre cómplice, el hombre que calla. Myriam Díaz, Delegada de
Igualdad, Juventud y Relaciones con la Comunidad Universitaria, inauguró la
actividad con un mensaje: queremos quedarnos con las cifras positivas, ese
porcentaje de hombres que no participan en la prostitución ; pero también analizar
el modelo de masculinidad tradicional que es el que acaba empujando a que los
hombres encuentren placer en tener relaciones sexuales con alguien que no les
desea, pues este problema resulta un asunto que requiere una profunda
reflexión.
De esta forma la jornada comenzaba
con Mabel Lozano, directora de cine social, exponiéndonos la cruda realidad que
se esconde tras una prostitución que se tiene tan normalizada: la trata, las esclavas
sexuales. Mabel no sólo pretendía desde su experiencia directa con estas chicas
mostrarnos la crueldad y violencia a la que estas jóvenes habían sido y son
sometidas, sino centrarse en el proxeneta y la importante diferencia entre las palabras
consentimiento y voluntariedad que tanto se escuchan en las discusiones diarias
acerca del tema de la prostitución: se trata de un consentimiento tras el que
hay brutales palizas, abusos, unos hijos a los que cuidar, etc. Por lo tanto,
debemos hablar del prostituyente, del propietario del club que mantiene
relaciones con las mafias y aún conocedor de todo decide mirar hacia otro lado; del cliente, el cual cada vez es más joven y desconoce todo lo que hay detrás,
sobre todo esas cadenas mentales que son las que las mantienen allí. (Para más
información, pinchad en los siguientes enlaces: su documental “Escúchame” que refleja esta situación; y el trailér del documental “El proxeneta. Paso corto,mala leche” ,
donde Mabel ofrece los testimonios y vivencias contadas por un ex proxeneta).
Se vuelve necesario pues
trasladarnos a las raíces de este problema y analizar la masculinidad
hegemónica que encuentra en la prostitución un refugio. Ello vino de la mano de
Beatriz Ranea, Águeda Gómez e Ismael López. Las dos primeras nos insistían en
el importante impacto social que tiene la prostitución, y es que, ¿cómo podemos
esperar las relaciones de esos hombres con las mujeres y pretender alcanzar esa
igualdad por la que tanto luchamos cuando estos pueden acceder al cuerpo de una
mujer por un cierto precio cuando deseen? Pues ya no hablamos sólo de las mujeres
víctimas de la trata, sino también de las repercusiones que esto tiene sobre la
propia sexualidad femenina, la relación de poder que se perpetúa con este modelo
en el que no tiene importancia el deseo femenino. La prostitución se convierte
en el lugar donde el hombre puede demostrar ser un “hombre de verdad”, en una
actividad reconocida entre sus iguales que viene a sanar el tambaleo de los
pilares tradicionales del hombre como proveedor familiar, protector y con una
gran actividad sexual. Por último, Ismael nos comunicó su experiencia, desde su
punto de vista como excolaborador de la industria del porno en España, con
vistas a desmontar toda la campaña e información que últimamente se mueve con
una intención regulacionista: la realidad, como ya sabemos, no es la que nos
presentan en la televisión; o en una entrevista como nos hizo ver, ya que él
mismo escribió en negro para una revista actuando como una actriz porno
diciendo justo aquello que deseaban que hiciese.
El taller a cargo de Juan Ignacio
Paz, psicólogo especialista en violencia de género venía partiendo ya de esos
mandatos de género masculinos que, internalizados a lo largo de la vida, son
necesarios romper, pues, como él mismo afirmó, uno después se encontraba
viviendo con mayor calidad de vida. Algo que se hizo patente entre los hombres
allí reunidos fue la necesidad de una unión entre los mismos: al igual que
las mujeres han conseguido un empoderamieto gracias a la sororidad, los hombres deben encontrar esta comunicación, una visibilización de estas nuevas masculinidades
iniciando una lucha. Y aunque comiencen en solitario y esta se encuentre
repleta de obstáculos, aguarda un futuro más esperanzador que el que ofrece el
machismo a los propios hombres.
En general me quedo con
sensaciones positivas de la experiencia, con el tono con determinación y
esperanzas de los discursos de todos ellos, pues, tal y como mencionaron al
principio de la actividad, existe un porcentaje de hombres que se excluyen de
estas prácticas, y a la jornada asistió una cantidad considerable de ellos:
implicados con la causa, conocedores de esta masculinidad tradicional tan
dañina y dispuestos a romper con ella. Tenemos como principal arma la
educación: una educación sexual desde una visión más crítica, una educación en
igualdad de valores para ambos géneros, en la que se incentive a los chicos la
fortaleza para interpelar a sus iguales. Y todo esto nos hace sentir que los
cambios son posibles, que por mucho que mantengan eso de que “es el trabajo más
antiguo del mundo”, al igual que otros muchos sistemas de dominación han
desaparecido, la abolición de la prostitución también es posible.
Paula Macías Pardo, colaboradora del grupo Aequitas25
Paula Macías Pardo, colaboradora del grupo Aequitas25
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