Este año nuestro cartel del "Día de la Mujer" está dedicado a ocho escritoras y forma parte de un proyecto más amplio llamado Mujeres con rostro, dentro del que se han desarrollado, desde principio de curso, actividades de investigación, lectura, debate, creación de textos y que culminará la semana próxima con el estreno de una película documental titulada de igual manera.
No tiene nada de original la idea de reivindicar la presencia y la importancia de la mujer en la literatura. Cada vez se levantan más voces que exigen, con pleno derecho, la visibilización de la mujer en todas las áreas de la cultura, el deporte, la ciencia etc. No pretendíamos ser originales. Buscábamos la cercanía. Acercar a nuestros lectores y lectoras las voces, los rostros y las obras de algunas de las muchísimas escritoras de nuestro panorama cultural. Los alumnos y alumnas que han participado han disfrutado de obras que no están en los libros de textos (¿por qué será?) y han descubierto que la tristeza, la intriga, el miedo, la risa que transmite una obra literaria no tienen género. No hay emociones masculinas o femeninas. Hay emociones humanas. Y estas se despiertan igualmente con la lectura de tantísimas autoras silenciadas.
Porque a pesar de que la RAE se empeña en insistir en que El rostro de las letras es masculino, nosotros y nosotras queremos simplemente mostraros que la literatura está llena de Mujeres con rostro.
Gracias a Elena Medel, Lea Vélez, Gioconda Belli, Almudena Grandes, Clara Usón, Rosa Montero, Alicia Giménez Bartlett y a Rosa Regàs por hacer posible esta experiencia.
(Me encanta publicar esta entrada en un día que no volverá a existir hasta dentro de cuatro años)
29 de febrero de 2016
26 de febrero de 2016
Mujeres con rostro: Rosa Montero
Rosa Montero es otra de las escritoras que dijo "sí" a la primera. En cuanto la invitamos a participar en nuestro proyecto aceptó alegremente y en breve nos mandó un audio donde
su voz cálida daba vida al comienzo de una una de sus novelas.
Rosa Montero es compañera de viaje de todos los profesores y profesoras de Lengua. Nuestros estudiantes han aprendido a comentar textos de la mano de sus artículos, a veces serenos, otras visiblemente airada, siempre con la palabra exacta. Y lamentamos de forma diversa (dicho educadamente) el hueco imposible de reemplazar que quedaba al dejar de escribir su columna semanal en El País (aunque sigue escribiendo en El País Semanal).
En nuestro proyecto dos alumnas, Blanca y Luna, han leído dos obras suyas: Historia del rey transparente y La ridícula idea de no volver a verte. Las dos han quedado prendadas de la escritura de Rosa.
Pero en este caso no han escrito una reseña ni ningún otro tipo de texto académico. Les pedimos que se metieran en la piel de sus protagonistas: Luna, en la de Marie Curie; Blanca, en la de Leola. Aquí están los textos que escribieron. Os resultarán mucho más hermosos cuando las veáis y las escuchéis en la película documental que pronto estrenaremos.
"Yo no soy Leola. ¿O tal vez sí? O al menos su imagen en este
mundo que parece, solo parece, nuevo… Soy la prueba de que el destino puede
hacerte cambiar de rumbo como el viento cambiaba la ruta de los marineros que
viajaban hacia lo infinito. Porque yo, aun naciendo campesina, acabé con una
espada en la mano liderando numerosas batallas y combates. Porque yo, aunque
nací ignorante y plebeya, terminé mi vida cosechando palabras en un gran libro.
En una época de barbarie e imposiciones religiosas fui capaz
de tomar mis propias decisiones y elegir mis creencias y, por ello, las riendas
de mi vida.
Las circunstancias me han hecho una mujer fuerte,
independiente y con el coraje suficiente para alcanzar logros que solo unos
pocos locos valientes serían capaces de rozar. He viajado por la senda del
tiempo tanto con una coraza de hierro como con una saya y bonetes azules; tanto
con verdaderos amigos como con enemigos que acechaban a mi espalda; tanto feliz
por encontrar una cálida y esperada tregua como desgarrada por contemplar una
tierra inhumana y desolada repleta de cadáveres que eran historias inacabadas
por la guerra." (Blanca como Leola)
Soy Madame Curie. Pionera en el mundo de la ciencia.
Ganadora de dos premios Nobel. Y humana, por encima de todo. Ninguno de estos logros puede equipararse a
la hazaña que supuso para mí superar la muerte de mi marido.
Recuerdo con bastante
nitidez aquel momento en el que todo
cambió. Toda aquella felicidad que tanto sacrificio me había costado se esfumó.
Solo sentía dolor, mezclado con un frío del que sentía que nada podía salvarme.
Esa clase de dolor que no se puede expresar con palabras solo lo entendemos los
que llevamos esta carga.
La labor de dejar ver
a la persona más allá de sus descubrimientos, explorando mis pensamientos más
ocultos, solo podía llevarla a cabo alguien como Rosa, tan real y tan ficticia
como yo, porque ella conoce mi dolor y ha
sido capaz de meterse en mi piel.
Luchadora, esa es la
palabra con la que me gustaría ser recordada. (Luna como Marie Curie)
23 de febrero de 2016
Entre mujeres
A menudo escuchamos, e incluso decimos, que las mujeres tendemos a mirar con recelo a las otras mujeres; que nos picamos con facilidad, que competimos por lo que sea con reglas no muy aceptables en más de una ocasión; que nos tiramos "puyitas" a la mínima... Y otras flores por el estilo. En definitiva, como grupo somos muchos más crueles con nosotras mismas que los hombres. Reconocemos, a veces, echar de menos el buen rollo y el compadreo habitual entre nuestros queridos compañeros y colegas varones. Yo he declarado en muchas ocasiones que es más fácil dar clases donde los chicos son mayoría. Encima con la típica explicación, un poco sobadita ya: que si son mas "noblotes", fáciles de manejar, blablabla. Confiteor. Mea culpa.
Las cosas son mucho más complicadas. No está en nuestros genes esa especie de competencia desleal que nos traemos entre mujeres. Cuando en el hospital los bebés comparten el nido, las niñas no les quitan el chupete a las de su sexo ni intentan tirarse de la cuna para saltarle el ojo a la bebé hembra vecina...
Se trata de una cuestión mucho más complicada que no puedo analizar en una entrada que no pretendo que os agote. Todos y todas somos fruto de una sociedad patriarcal. Las mujeres hemos tenido que avanzar, a veces a codazos. Nos han enseñado, por supuesto con mucha sutileza, que la enemiga es la otra. Desde todas partes: películas, anuncios, educación... No convenía al sistema que las mujeres estuviéramos unidas. Hay una amplia bibliografía que demuestra con más precisión y empirismo lo que yo aquí comento con tanta ligereza.
Se acerca el Día de la Mujer, momento de destacar los logros de las mujeres; de recordar y ensalzar las metas alcanzadas en nuestro camino hacia la igualdad; y de plantear nuevos retos.
El que yo planteo aquí y ahora es luchar contra esa tendencia que, insisto, no es genética. Menos competencia y más colaboración. Menos recelo y más confianza. Menos cuchicheos y más palabras transparentes. Amistad, confianza. fidelidad, apoyo, reconocimiento... Lo que propongo no es nuevo. Tiene un hermoso nombre, sororidad (del latín sor 'hermana'). La idea la explica mucho mejor Marcela Lagarde, feminista y antropóloga mexicana. Puedes ampliar la información aquí
No se trata, ni mucho menos de prescindir de los hombres en el camino hacia la igualdad. Esta lucha es común y necesaria. Pero avanzaremos mejor y más deprisa si dejamos de despedazarnos ¿Cómo?: acércate a la mujer que tengas al lado mirando a la persona que es; trátala como compañera, colega, amiga; piensa en lo que nos une y no en lo que nos separa. Y tengamos claro que nuestro muro no son los hombres. No. Son los hombres machistas.
Las cosas son mucho más complicadas. No está en nuestros genes esa especie de competencia desleal que nos traemos entre mujeres. Cuando en el hospital los bebés comparten el nido, las niñas no les quitan el chupete a las de su sexo ni intentan tirarse de la cuna para saltarle el ojo a la bebé hembra vecina...
Se trata de una cuestión mucho más complicada que no puedo analizar en una entrada que no pretendo que os agote. Todos y todas somos fruto de una sociedad patriarcal. Las mujeres hemos tenido que avanzar, a veces a codazos. Nos han enseñado, por supuesto con mucha sutileza, que la enemiga es la otra. Desde todas partes: películas, anuncios, educación... No convenía al sistema que las mujeres estuviéramos unidas. Hay una amplia bibliografía que demuestra con más precisión y empirismo lo que yo aquí comento con tanta ligereza.
Se acerca el Día de la Mujer, momento de destacar los logros de las mujeres; de recordar y ensalzar las metas alcanzadas en nuestro camino hacia la igualdad; y de plantear nuevos retos.
El que yo planteo aquí y ahora es luchar contra esa tendencia que, insisto, no es genética. Menos competencia y más colaboración. Menos recelo y más confianza. Menos cuchicheos y más palabras transparentes. Amistad, confianza. fidelidad, apoyo, reconocimiento... Lo que propongo no es nuevo. Tiene un hermoso nombre, sororidad (del latín sor 'hermana'). La idea la explica mucho mejor Marcela Lagarde, feminista y antropóloga mexicana. Puedes ampliar la información aquí
No se trata, ni mucho menos de prescindir de los hombres en el camino hacia la igualdad. Esta lucha es común y necesaria. Pero avanzaremos mejor y más deprisa si dejamos de despedazarnos ¿Cómo?: acércate a la mujer que tengas al lado mirando a la persona que es; trátala como compañera, colega, amiga; piensa en lo que nos une y no en lo que nos separa. Y tengamos claro que nuestro muro no son los hombres. No. Son los hombres machistas.
15 de febrero de 2016
La sociedad ataca de nuevo.
Voy a empezar planteando una pregunta: ¿Es realmente importante el físico a la hora de conocer a una persona y relacionarse con ella?
Mi respuesta es no. No tiene por qué influir, a la hora de conocer a una persona, el hecho de que esta sea guapa o fea, bajita o alta, delgada o ancha. Aunque es innegable que lo primero en lo que nos fijamos es en el físico, ya que es lo que se ve de una persona de manera inmediata.
Se pueden recoger datos por pequeños detalles como una sonrisa constante (parece simpática); un tic en un ojo o en la pierna (está nerviosa); mucha fluidez a la hora de expresarse (parece segura); o al contrario (parece insegura). Y se puede crear entonces una primera imagen, una primera impresión sobre su personalidad que no pasará nunca de ser un borrador. No podemos asegurar en ese momento cómo es alguien, pues puede ser que el borrador esté incompleto. El tiempo hará que poco a poco se vaya completando.
Sin embargo, no podemos decir lo mismo del físico. Sí, este va variando poco a poco, pero los cambios a corto plazo son generalmente pequeños. La estructura de un cuerpo será (en la mayoría de los casos) siempre la misma; por eso tendemos siempre a opinar por la primera impresión física, que seguramente sea más acertada que la psicológica, mucho más compleja.
Pero ahora vuelvo a plantear la primera pregunta: ¿Es realmente importante el físico a la hora de conocer a una persona y relacionarse con ella?
He querido tener una visión general de esta pregunta, y se la he planteado a unas 35 personas de mi alrededor. Mayoritariamente jóvenes, chicos y chicas. Para mi sorpresa todos me han respondido lo mismo, excepto una chica. De 35 personas, 34 dicen que no. Pero ahora cabe hacernos otra pregunta: ¿Se adapta esta respuesta a la realidad?
No. En la actualidad estoy cansada de ver cómo día a día muchos chicos y chicas desprecian o tratan de manera diferente e injusta a otras persona solo por su físico. Chicos y chicas a los que no les hace falta ni siquiera un esquema del borrador para decidir dejar a alguien de lado, reírse, hacer comentarios repugnantes, insultar o tratar como un simple objeto de decoración a la otra persona. Sea chico o sea chica. Conozcan o no a esa persona.Y eso sí que me parece injusto y estúpido.
Esas personas tienen que soportar que día a día, las personas que le rodean , los medios de comunicación, la publicidad u otras variantes las hagan sentirse incómodas con su cuerpo, y por lo tanto incómodas con ellas mismas. Porque ese es el mensaje que nos transmite la sociedad y que poco a poco terminamos por creernos completamente. No somos más que un cuerpo. Si nuestro cuerpo no se ajusta a los sofocantes cánones, no valemos nada. Somos gordos, feos, estúpidos, despreciables. He oído incluso nombrar al asco cuando algún chico o chica se refería a otro u otra.
Nos están mintiendo. La sociedad es un mito, el cual muchos idolatran actualmente: muchos de los que me han respondido a la pregunta, y muchos otros que la han evitado. No somos un cuerpo, no somos feos, guapos, gorditos, delgados, altos, bajitos... Somos mucho más que todas esas indiferentes y secundarias características. Somos alegres, tímidos, sensibles, cariñosos, valientes, seguros, orgullosos, somos nosotros, somos más que un envoltorio vacío que con el paso de los años terminará por desgastarse y envejecer. No como la personalidad, que no envejece nunca. Sufre cambios, pero nunca dejará de ser la que es.
¿Por qué no superamos entre todos ese engaño llamado sociedad, y aprendemos a querernos y valorarnos más por lo que somos y menos por lo que quieren que creamos que somos? El cofre vacío de un valioso tesoro llamado personalidad.
Acabemos entre todos con los mitos y saquemos de esa burbuja a aquellas personas que sigan aún creyendo en ellos, que no son pocas, y están más cerca de lo que pensamos.
Mirémonos todos al espejo y sonriamos ante nuestra imagen porque es lo que somos - únicos, verdaderos, maravillosos- y sonriamos aún más al comprobar que la sociedad no ha podido con nosotros, que no somos simples maniquíes subidos en una cadena de montaje. Todos somos diferentes, con diferentes gustos, deseos y personalidades. Pero hay algo que todos tenemos en común. Somos mucho más que un físico.
Mi respuesta es no. No tiene por qué influir, a la hora de conocer a una persona, el hecho de que esta sea guapa o fea, bajita o alta, delgada o ancha. Aunque es innegable que lo primero en lo que nos fijamos es en el físico, ya que es lo que se ve de una persona de manera inmediata.
Se pueden recoger datos por pequeños detalles como una sonrisa constante (parece simpática); un tic en un ojo o en la pierna (está nerviosa); mucha fluidez a la hora de expresarse (parece segura); o al contrario (parece insegura). Y se puede crear entonces una primera imagen, una primera impresión sobre su personalidad que no pasará nunca de ser un borrador. No podemos asegurar en ese momento cómo es alguien, pues puede ser que el borrador esté incompleto. El tiempo hará que poco a poco se vaya completando.
Sin embargo, no podemos decir lo mismo del físico. Sí, este va variando poco a poco, pero los cambios a corto plazo son generalmente pequeños. La estructura de un cuerpo será (en la mayoría de los casos) siempre la misma; por eso tendemos siempre a opinar por la primera impresión física, que seguramente sea más acertada que la psicológica, mucho más compleja.
Pero ahora vuelvo a plantear la primera pregunta: ¿Es realmente importante el físico a la hora de conocer a una persona y relacionarse con ella?
He querido tener una visión general de esta pregunta, y se la he planteado a unas 35 personas de mi alrededor. Mayoritariamente jóvenes, chicos y chicas. Para mi sorpresa todos me han respondido lo mismo, excepto una chica. De 35 personas, 34 dicen que no. Pero ahora cabe hacernos otra pregunta: ¿Se adapta esta respuesta a la realidad?
No. En la actualidad estoy cansada de ver cómo día a día muchos chicos y chicas desprecian o tratan de manera diferente e injusta a otras persona solo por su físico. Chicos y chicas a los que no les hace falta ni siquiera un esquema del borrador para decidir dejar a alguien de lado, reírse, hacer comentarios repugnantes, insultar o tratar como un simple objeto de decoración a la otra persona. Sea chico o sea chica. Conozcan o no a esa persona.Y eso sí que me parece injusto y estúpido.
Esas personas tienen que soportar que día a día, las personas que le rodean , los medios de comunicación, la publicidad u otras variantes las hagan sentirse incómodas con su cuerpo, y por lo tanto incómodas con ellas mismas. Porque ese es el mensaje que nos transmite la sociedad y que poco a poco terminamos por creernos completamente. No somos más que un cuerpo. Si nuestro cuerpo no se ajusta a los sofocantes cánones, no valemos nada. Somos gordos, feos, estúpidos, despreciables. He oído incluso nombrar al asco cuando algún chico o chica se refería a otro u otra.
Nos están mintiendo. La sociedad es un mito, el cual muchos idolatran actualmente: muchos de los que me han respondido a la pregunta, y muchos otros que la han evitado. No somos un cuerpo, no somos feos, guapos, gorditos, delgados, altos, bajitos... Somos mucho más que todas esas indiferentes y secundarias características. Somos alegres, tímidos, sensibles, cariñosos, valientes, seguros, orgullosos, somos nosotros, somos más que un envoltorio vacío que con el paso de los años terminará por desgastarse y envejecer. No como la personalidad, que no envejece nunca. Sufre cambios, pero nunca dejará de ser la que es.
¿Por qué no superamos entre todos ese engaño llamado sociedad, y aprendemos a querernos y valorarnos más por lo que somos y menos por lo que quieren que creamos que somos? El cofre vacío de un valioso tesoro llamado personalidad.
Acabemos entre todos con los mitos y saquemos de esa burbuja a aquellas personas que sigan aún creyendo en ellos, que no son pocas, y están más cerca de lo que pensamos.
Mirémonos todos al espejo y sonriamos ante nuestra imagen porque es lo que somos - únicos, verdaderos, maravillosos- y sonriamos aún más al comprobar que la sociedad no ha podido con nosotros, que no somos simples maniquíes subidos en una cadena de montaje. Todos somos diferentes, con diferentes gustos, deseos y personalidades. Pero hay algo que todos tenemos en común. Somos mucho más que un físico.
Hay una iniciativa llamada #EresMásQueTuTalla, que trata justamente de concienciar a las personas sobre el daño que hace la sociedad justamente con este tema. Si quieres leer en qué consiste pincha aquí.
Eva Merino González colaboradora del grupo Aequitas25
Eva Merino González colaboradora del grupo Aequitas25
Mujeres con rostro: Lea Vélez
Lea Vélez es una escritora excelente y una mujer cercana. Aceptó participar en nuestro proyecto a la primera, en cuanto Fátima se lo pidió. Aún tiene poca obra publicada pero basta leer El jardín de la memoria para darse cuenta de que le queda mucho por decir. Y por escribir. Marina y yo hemos leído la novela, la hemos compartido y nos hemos emocionado con la experiencia. Yo no creo que sea "literatura de luto". En mi caso ha sido más bien lectura de "reconciliación". Volveré a leerla. Más de una vez.
Marina comparte con nosotras y nosotros sus reflexiones tras leer la obra:
"Nuestra herencia son los recuerdos. Las fotos son pedazo de inmortalidad. Este libro es el album de mí, de nosotros, de los Collison que ya fueron. Partículas de un brillante cometa. No es mucho y sin ser mucho, mis palabras tienen un valor incalculable. Entre estas páginas está el significado de la vida. La esencia de la felicidad. Los trozos del amor.
Michael, este jardín es para ti. Richard, este jardín es para ti..."
(Lea Vélez, El jardín de la memoria)
Me parecen unas palabras increíbles. Si tuviera que crear y regar un jardín para alguien creo que me faltarían las palabras. Tengo las vivencias. Y tengo una caja donde guardo cosas que son un pedacito de lo que siento y vivo. No sé si esto es fetichismo o no, pero me encanta saber que puedo coger mi caja, tocar, recrear lo que significa cada objeto que la puebla o llenarla de más objetos y vivencias.
En El jardín de la memoria es diferente. Cuando hay un motivo, sembrar ese jardín no es una elección. Es la necesidad imperiosa de guardar para que unos hijos no se pierdan lo que no pudieron tener. A veces pasa más bien al revés. No construimos el jardín sino que lo heredamos. O nos lo tenemos que construir nosotras mismas por miedo a perder lo que se fue antes de tiempo, fabricando un "oasis" que guardar en un armario suficientemente alto como para no tenerlo ante nuestros ojos constantemente pero suficientemente cercano como para tenerlo al alcance de nuestras manos cuando lo necesitemos.
Este libro me ha encantado por su cercanía, por lo humano de todos los personajes y por cómo todos ellos buscan la mejor manera de afrontar la muerte, ese gran tabú del que nadie puede ni quiere hablar. . Si hay algo que sabemos con certeza es que en cuanto que estamos vivos tenemos que morir, y Lea en todo momento trata de recibir la muerte de su marido como a una vieja amiga, familiarizándose con ella a medida que va escribiendo su historia. Al igual que Connie, la madre de George, hace un esfuerzo por impedir que se olvide a los que ya no están, por crear un jardín al que tanto ella como los suyos puedan recurrir siempre.
Y me gustaría muchísimo convertirlo en una película. No empezaría como dice Lea. Comenzaría como la obra misma. ¡Es tan directa, tan potente la escena de la farmacia...!:
"…Cuando le di la visa al farmacéutico recordé que me faltaba otra cosa:
Ah,y un certificado de defunción, por favor…"
Y por supuesto, serían imprescindibles un tren y un campo verde y unos niños que sonríen…
14 de febrero de 2016
¿Y tú qué piensas?
Basta ya de tabúes. La homosexualidad se mira, se opina de ella, se habla sobre ella, se critica; pero no la observamos con detenimiento. No voy a escribir hoy esta entrada como defensa del colectivo gay. No. Hoy me gustaría que todos nos abriésemos en canal y opinemos, no acerca del colectivo en concreto, sino del grado de influencia que puede tener esta sociedad jerarquizada en la que vivimos. Porque sí; todos nos morimos por hablar de ello, por decir lo que pensamos sin que nadie nos lo prohíba o mire con cara extraña. Nos morimos por hablar sobre este tema y no lo hacemos por el qué dirán, por miedo, por respeto, porque al fin y al cabo, queramos o no, es un tema tabú. Bien es cierto que no debería ser así. Pero muy a mi pesar, lo es.
Todos, y digo todos, desde pequeños hemos sido educados para que cada persona, sea niño o niña, represente un rol en este gran teatro llamado vida. No me voy a parar a detallar los aspectos que diferencian un rol de otro porque yo creo que todos tenemos una leve idea a estas alturas, aunque sea lo más mínimo. Estamos tan impregnados de ello que lo podemos trasladar a cualquier situación. Y es que el machismo es un fenómeno que caracteriza a nuestra civilización desde hace años. Es una forma de vida inserta en un sistema de dominación patriarcal donde se cumplen de forma cabal los roles familiares, especialmente los de jerarquización y de esta manera se ha mantenido el orden social durante siglos. Dicho orden y jerarquización transmitidos generación tras generación, han llevado a la sociedad humana a respetarlos.
Si pensamos un poco más y tomamos como escenario la actualidad podemos darnos cuenta que aún existen marcados estereotipos y aspectos de esta jerarquía, incluso dentro del mismo ambiente gay. En los roles sexuales: activo y pasivo, por ejemplo. La actividad del hombre homosexual se lleva con orgullo, y no por otra cosa mas que porque uno puede llegar a creerse más macho dentro de una relación de este tipo; es el dominante, el superior, la parte más heterosexual de la pareja. Sin embargo, la pasividad se lleva con disimulo, con angustia; es algo que incluso las personas que forman parte del colectivo utilizan como insulto para colocar a una persona en el casillero de sumisión, debilidad, inferioridad. No es solo eso. También existen dentro de este grupo los estereotipos de tipo visual y de comportamiento; es decir, homosexuales masculinos y homosexuales afeminados, e incluso hay cierta discriminación tomando este tipo de parámetros. Ellos mismos lo reconocen. Normalmente, la pareja está formada por un chico afeminado que acata el rol femenino de la relación y otro que adopta el masculino.
Esto es solo un simple aperitivo de todo lo que podemos encontrarnos dentro de un mundo del que quizás estemos poco informados. Sirve para darnos cuenta de que el machismo se traslada a todos los campos, a todas las relaciones socio-culturales, a todos los grupos con diferentes orientaciones sexuales, a todo. Creemos que por vivir en una sociedad con una mente más abierta de lo normal tenemos todo hecho y que todo va sobre ruedas y de maravilla. Pero no. Nos queda mucho trabajo por hacer para que todo esto desaparezca por completo. ¿Pero realmente crees que podremos conseguir desmontar esta jerarquía de alguna manera? ¿Y tú, crees que serías capaz de adoptar otro tipo de educación que poder transmitir a tus hijos? ¿Qué piensas? ¿Piensas que los roles no se eliminarán jamás o que se puede hacer algo contra ello? Preguntas que probablemente reciban una respuesta incierta, un no sé, un no tiene solución, un quizás... Nada se sabe; pero si los peces gordos nos manipulan con lo que quieren, ¿por qué no nos manipulamos nosotros mismos en otros aspectos para conseguir una sociedad lo más equitativa posible? Piénsalo.
Óscar García Portero, colaborador del grupo Aequitas25
Todos, y digo todos, desde pequeños hemos sido educados para que cada persona, sea niño o niña, represente un rol en este gran teatro llamado vida. No me voy a parar a detallar los aspectos que diferencian un rol de otro porque yo creo que todos tenemos una leve idea a estas alturas, aunque sea lo más mínimo. Estamos tan impregnados de ello que lo podemos trasladar a cualquier situación. Y es que el machismo es un fenómeno que caracteriza a nuestra civilización desde hace años. Es una forma de vida inserta en un sistema de dominación patriarcal donde se cumplen de forma cabal los roles familiares, especialmente los de jerarquización y de esta manera se ha mantenido el orden social durante siglos. Dicho orden y jerarquización transmitidos generación tras generación, han llevado a la sociedad humana a respetarlos.
Si pensamos un poco más y tomamos como escenario la actualidad podemos darnos cuenta que aún existen marcados estereotipos y aspectos de esta jerarquía, incluso dentro del mismo ambiente gay. En los roles sexuales: activo y pasivo, por ejemplo. La actividad del hombre homosexual se lleva con orgullo, y no por otra cosa mas que porque uno puede llegar a creerse más macho dentro de una relación de este tipo; es el dominante, el superior, la parte más heterosexual de la pareja. Sin embargo, la pasividad se lleva con disimulo, con angustia; es algo que incluso las personas que forman parte del colectivo utilizan como insulto para colocar a una persona en el casillero de sumisión, debilidad, inferioridad. No es solo eso. También existen dentro de este grupo los estereotipos de tipo visual y de comportamiento; es decir, homosexuales masculinos y homosexuales afeminados, e incluso hay cierta discriminación tomando este tipo de parámetros. Ellos mismos lo reconocen. Normalmente, la pareja está formada por un chico afeminado que acata el rol femenino de la relación y otro que adopta el masculino.
Esto es solo un simple aperitivo de todo lo que podemos encontrarnos dentro de un mundo del que quizás estemos poco informados. Sirve para darnos cuenta de que el machismo se traslada a todos los campos, a todas las relaciones socio-culturales, a todos los grupos con diferentes orientaciones sexuales, a todo. Creemos que por vivir en una sociedad con una mente más abierta de lo normal tenemos todo hecho y que todo va sobre ruedas y de maravilla. Pero no. Nos queda mucho trabajo por hacer para que todo esto desaparezca por completo. ¿Pero realmente crees que podremos conseguir desmontar esta jerarquía de alguna manera? ¿Y tú, crees que serías capaz de adoptar otro tipo de educación que poder transmitir a tus hijos? ¿Qué piensas? ¿Piensas que los roles no se eliminarán jamás o que se puede hacer algo contra ello? Preguntas que probablemente reciban una respuesta incierta, un no sé, un no tiene solución, un quizás... Nada se sabe; pero si los peces gordos nos manipulan con lo que quieren, ¿por qué no nos manipulamos nosotros mismos en otros aspectos para conseguir una sociedad lo más equitativa posible? Piénsalo.
Óscar García Portero, colaborador del grupo Aequitas25
13 de febrero de 2016
Cuerpo a tierra
Que viene, que viene... Ya está aquí nuestro santo más popular, al que le han endosado, como si de Papá Noel se tratase, un saco de regalos y costumbres a cual más cursi y casposo. Tartas, bombones, perfumes, ropita, cenas, vales por... todo con la condición de que el rosa, el corazón y la flecha estén incluidos. Y el candado...
Te quedan más de 24 horas para enamorarte. ¡¡¡¡¡No!!!! para enamorarte no... Para morir de amor. Para llorar por las esquinas si él-ella no te besa, habla, mira, quiere con pasión desbordante y desbordada. Ay de ti si estás solo o sola mañana y no recibes un ramo de rosas, una carta chorreante de cumplidos, un poema de amor repipi, un peluche con lazos lleno de ácaros o unos bomboncillos rellenos de fresa con forma de corazón.
Me ha llegado una oferta de Vueling. Dice que es para "tortolitos y solteritos". Me ha llenado de inquietud. Yo estoy casada... me toca el grupo tórtolo. O tórtola. Ay, que no sé gorjear ni cantalear (el ruido que hacen dichas aves... lo acabo de mirar en la wiki...). Ay, que no me salen los suspiros de mi boca de fresa. Ay, que no tengo regalo para mi tórtolo. Ay, que no me sale mirar a mi pariente con cara de boba y romántica caída de párpados. Me temo que no voy a poder hacer uso de la oferta de Vueling.
Se acabó la broma. Esto no es una entrada contra el amor. Sí lo es contra los mitos del amor romántico, que han dejado y siguen dejando muchísimas víctimas. Todas las personas que buscan su media naranja; que piensan que un príncipe más o menos azul las va a salvar; que consideran que los celos son síntoma de amor; que no pueden vivir sin el otro o la otra, son herederas directas del montón de tonterías peligrosas que nos han metido en la chorla desde que nacimos y nos enfundaron un chalequito rosa o celeste según nuestro sexo.
Diferenciemos hechos de opiniones. Vamos a por los hechos. Después de ver ayer la estúpida oferta de Vueling, leí una noticia tremenda: los maltratadores adolescentes agreden al principio de la relación . Teniendo en cuenta que la mitad de las víctimas adolescentes no identifica la violencia machista, el cóctel molotov está servido... ¿Cuántos de ellos y ellas habrán celebrado o celebrarán mañana San Valentín?
Te propongo algo: tengas pareja o no, alza mañana una copa de vino o refresco (cuidado, menores) y brinda por ti, hombre o mujer o lo que te sientas. Brinda por una sola cosa: tu libertad.
Y tú, querido y vapuleado santo... Jubílate, por favor.
8 de febrero de 2016
Mujeres con rostro: Rosa Regàs
Rosa Regàs no necesita presentación. Forma parte de nuestro panorama cultural por méritos diversos: sus aportaciones como escritora, articulista, editora, conferenciante la hacen una figura imprescindible. Y más allá de esa figura hay una persona que no duda en pronunciarse sin tapujos siempre a favor de los derechos de los que no tienen derechos.
Rosa ha aceptado participar en nuestro proyecto con una alegría casi infantil y una ternura apabullante. Hemos leído varias obras suyas. Lo que traemos aquí son los pensamientos, los sentimientos que La canción de Dorotea ha suscitado en Julia. Lean y disfruten.
Y, aunque no necesite presentación, si quieren saber algo más de ella pueden visitar su página web.
Julia González Pérez, colaboradora de Aequitas25
Rosa ha aceptado participar en nuestro proyecto con una alegría casi infantil y una ternura apabullante. Hemos leído varias obras suyas. Lo que traemos aquí son los pensamientos, los sentimientos que La canción de Dorotea ha suscitado en Julia. Lean y disfruten.
Y, aunque no necesite presentación, si quieren saber algo más de ella pueden visitar su página web.
El título confunde. Creo que a poca gente se le ocurriría
entender “canción” como lo que significa realmente en la novela, una verdadera
experiencia de la vida.
Al comienzo, todo parece indicar que Aurelia, una mujer
adulta, lleva una vida agradable y normal mientras que su recién contratada guardesa,
Adelita, tiene una calidad de vida mucho peor. Sin embargo, conforme va
avanzando la trama, extraña y oscura, cada vez se hace más evidente la
vulgaridad de la rutina de Aurelia frente a la pasión y el misterio que reinan
en el día a día de Adelita.
Esto despierta en Aurelia el recuerdo de lo que yo
personalmente considero la idea más bella, impactante e intensa de la novela;
una idea reflejada en las palabras que guiaban el comportamiento de su padre,
una frase hermosa que contrasta con el carácter egoísta y desconsiderado de
este personaje: “Cada persona ha venido
al mundo a cantar una canción, su propia canción”. Al principio no le di
importancia; tal vez no la había entendido. Pero luego se me fue metiendo en la
cabeza como un estribillo y comprendí que era la clave de la obra.
Para mí “la canción” representa una invitación a vivir.
Vivir con mayúsculas, vivir de verdad; vivir liberando la pasión que tantas
veces tendemos a censurar por miedo; vivir aprovechando cada momento, sin
perder un instante, sin dejar pasar una oportunidad. No dejarse arrastrar por
el tiempo y la rutina, eludiendo la posibilidad de convertir nuestra existencia
en algo memorable y ¿por qué no? también admirable: no admirable para el resto
del mundo, en busca de algún premio o compensación sino admirable para una
misma. Algo que nos permita mirar hacia atrás y sentir que la experiencia ha
merecido la pena. No podemos quedarnos mudos y limitar nuestras acciones, palabras
e incluso pensamientos a lo ya establecido, a lo que otras personas consideran
bueno o correcto. No debemos desperdiciar la belleza del mundo que nos rodea
sin darnos cuenta de que cada momento es único, solo porque estamos preocupados
por otras cosas que probablemente no tengan ningún valor. Ni descuidar detalles
como mostrar cuánto queremos a las personas a las que les importamos: algo tan
simple como eso.
No podemos desaprovechar nada, no importa qué edad tengamos
ni qué vida llevemos. Todas las personas hemos de cantar nuestra propia canción
o escribir nuestra propia historia de forma que cada paso, acorde o palabra
vaya componiendo una pieza única, la propia vida.
Julia González Pérez, colaboradora de Aequitas25
3 de febrero de 2016
La lucha sigue
Waris Dirie,antigua embajadora en la Onu contra la MGF |
Un
jueves como otro cualquiera en el que a quinta hora me sentía más
cansada y ausente de lo normal,mi profesora de ética me abrió los
ojos en un tema peliagudo y del que no es bastante cómodo hablar:la
mutilación genital femenina .Sin embargo, después de escuchar el gran testimonio de la impresionante Waris Dirie,supe que tenía que
plasmar la cruel realidad que sufren muchas niñas por esta infame
práctica.
La
mutilación genital femenina consiste en la resección parcial o
total del clítoris y se practica actualmente en 29 países de África
y Oriente Medio .Según la OMS más de 125 millones de mujeres y
niñas vivas han sido objeto de la MGF (Mutilación Genital
Femenina).Esta práctica normalmente se realiza con navajas o
cuchillas de afeitar y produce fatales consecuencias tanto a corto plazo
(hemorragia,dolor intenso,retención de orina...) como a largo plazo
(infecciones
vesicales,esterilidad,muerte en el parto del recién nacido o la
propia madre...)
Pero,¿por
qué se realiza?¿Por qué se necesita que las mujeres sufran esto?La
MGF suele estar motivada por creencias religiosas y normas de una
sociedad diferente a la nuestra .Estar mutilada genitalmente en
algunos países significa pureza y limpieza y a las chicas que no se
someten a esta tortura se les denomina sucias y masculinas,entre
otros insultos más despectivos .En muchos casos esta práctica se
realiza para que la mujer no tenga relaciones sexuales ''ilícitas''
y para que se prepare para la vida en matrimonio .Aunque normalmente
se tome a la religión y a la tradición cultural como motivos para
mantener esta práctica,no existe ningún documento en este mundo que
defienda tal cruel acto.
Es
difícil plasmar el dolor y la rabia que se acumulan en mi interior
cuando se dan a conocer cifras horribles como las de 6.000 niñas que
a diario son mutiladas o en total 3.000.000 en un año.
Pero
quién mejor que mujeres que hayan sufrido esta ruin práctica para
que se dé a conocer y concienciar de este problema que no está
erradicado.
"Un
día, mi abuela, mi madre y mi tía me dijeron que íbamos a visitar
a un familiar y en el camino me tumbaron en el cauce de un río seco,
me sujetaron las piernas con fuerza y con un cuchillo me cortaron el
clítoris. Lloré y sangré. Me pusieron un polvo negro y una dieta
muy severa durante tres o cuatro meses para que me curara. Las
consecuencias son terribles, por suerte yo he tenido luego hijos,
pero hay mujeres que no pueden o mueren".-Tilado Bernadette
Segueda,fue mutilada con 5 años en Burkina Faso,su país natal
.Afortunadamente en España fue operada y ahora sus genitales están
reconstruidos.
''Nunca
me olvidaré de ese día. Fue en 1966. Yo tenía 12 años y mi
hermana diez. Como todos los veranos, estábamos en casa de nuestros
abuelos paternos, en una aldea a quince kilómetros de
Bamako,Senegal. Una mañana temprano fuimos a ver a mi tía, la
hermana de mi padre, a quien siempre queríamos visitar, pues nos
consentía mucho.Yo no sospechaba nada. Mi tía me llevó al baño y
ella y varias mujeres más se abalanzaron sobre mí, me agarraron, me
tumbaron y me separaron las piernas. Yo gritaba. No vi el cuchillo,
pero sentí que me estaban cortando. Había mucha sangre. Lloré,
pero me decían “no hay que llorar, es una vergüenza cuando una
llora, ahora eres una mujer, lo que te hemos hecho no es nada.
Empezaron a dar palmas y me vistieron con un paño blanco. No me
pusieron ninguna venda, sólo algo que habían preparado con aceite
de karité y hojas. Salí. Le tocaba a mi hermana menor. La oí
llorar y pedirme auxilio y eso me hizo sufrir aún más. Nos habían
traicionado.''-Khadi Diallo,militante de GAMS (Grupo de Mujeres para
la Abolición de Mutilaciones Sexuales).
El
próximo 6 de Febrero se celebra el Día Internacional de Tolerancia
Cero con la Mutilación Genital Femenina,en el que me gustaría que
todos reflexionásemos sobre esta cruda realidad que no cesa,y que
entre todo busquemos una solución lo antes posible para erradicarla.Todavía queda esperanza en algún corazón de una pobre niña que desea ser salvada de este destino: ayudémosla.
Blanca García Macías,colaboradora del grupo Aequitas25.
1 de febrero de 2016
Infinita tristeza
La muerte es algo que nos llega a todos, tarde o temprano.
Que bien viene de repente, rápida e inesperada, o se acerca lentamente,
dejándose ver con múltiples avisos. Que bien te atrapa durmiendo, cayendo en el
tan literario sueño eterno, o bien es acompañada de grandes dolores. Aunque, a
pesar de lo dolorosa que puede llegar a ser la muerte para aquel que la sufre, me resulta difícil
pensar que sea peor que el sentimiento de vacío que nos deja a los que quedamos en vida, a
quienes vemos cómo todo aquello que conforma una persona, desaparece, se va.
Esto duele, claro que duele. Y duele mucho más cuando la que
se va es una persona querida, pero no estoy escribiendo esto para hablar de
esas muertes. Escribo esto porque acabo de escuchar una noticia en la
televisión; sí, una de las tantas noticias que anuncian muertes día a día (ya
sean por accidentes, asesinatos, famosos…). Pero esta noticia traía, yo creo,
las peores muertes que se pueden producir en el mundo. Y es que lo que
anunciaba era la muerte de niños.
“Este sábado murieron ahogadas al naufragar un barco 39
personas, 5 de ellas niños, aunque se siguen buscando más cuerpos, entre las
costas occidentales de Turquía y la isla griega de Lesbos."
Niños hemos sido todos, todos hemos soñado qué queríamos ser
de mayores, todos hemos tenido miedo y todos hemos querido crecer. Lo único que
nos diferencia de esos niños es que nosotros hemos nacido aquí, en España, en
Europa, a salvo, calentitos y con mayor o menor comodidad, pero con una calidad
de vida incomparable a la de ellos. Lo único que nos diferencia de esos niños
es que, mientras que nosotros nos preocupábamos por cómo celebrar nuestro
próximo cumpleaños o por tener mayor número de cromos, ellos se ven obligados
a abandonar sus casas y muchos de ellos a su familia, para montarse en un
barco, lancha o mero flotador e intentar llegar a Europa. No por gusto, no para
invadirnos ni para ser esa noticia repetitiva y aburrida que ya muchos
consideran rutinaria; sino, tan solo, para evitar que su futuro sea tan negro
como su infancia, para tener una vida digna o, qué digo, para vivir. Vivir sin
más, porque ya más de 11.000 niños han muerto en la guerra civil de Siria que
comenzó hace casi tres años. Y, aunque la mayoría mueren por bombas o proyectiles
en sus propias casas, muchos son también víctimas de francotiradores o
asesinados selectivamente. Según el estudio del Grupo de Investigación de
Oxford, niños hasta de un año han sido víctimas de ejecuciones sumarias y han
sido torturados.
Si a estos 11.000 niños les añadimos los 10.000 niños que se estima que han caído en situación de explotación al llegar a Europa, faltan las palabras. Desaparecidos ¿Vivos? ¿Muertos? Nadie lo sabe porque a nadie le importa. O, más repugnante aún, porque todavía habrá quien dirá que es culpa suya por no haberse quedado en su país.
Si a estos 11.000 niños les añadimos los 10.000 niños que se estima que han caído en situación de explotación al llegar a Europa, faltan las palabras. Desaparecidos ¿Vivos? ¿Muertos? Nadie lo sabe porque a nadie le importa. O, más repugnante aún, porque todavía habrá quien dirá que es culpa suya por no haberse quedado en su país.
Y así seguirá. A esos más de 20.000 niños se les sumarán más, muchos más. Total, únicamente son números, no es cómodo pensar que tras cada uno de esos pequeños cuerpos se encontraba un niño, una niña, inocentes, dulces, ansiosos por crecer y conocer el mundo, por hacer amigos, por jugar, por preguntar, por imaginar. No es cómodo pensar que esos niños han sido iguales que nosotros o que los pequeños que nos rodean y tantísima alegría nos dan. Esa alegría que cada niño guarda dentro y va repartiendo, sin juzgar y con inocencia, como solo los niños saben. Esa misma alegría que, en Siria y en el Mediterráneo, y también en nuestra civilizada y avanzada Europa, está siendo enterrada.
(Hay mucha más información
en http://www.bbc.com/mundo/noticias/2013/11/131124_siria_guerra_muerte_ninios_informe_men
)
Julia González, colaboradora del grupo Aequitas25.