28 de diciembre de 2014

Un cuento

Eres hermosa sin tacones, sin maquillaje y sin trajes dorados. No hace falta que nadie te diga cuánto tienes que pesar, ni cómo debes vestirte ni con quién puedes salir. Tu estatura, tu peso, lo que te pones o te dejas de poner no son lo que te definen. No permitas que nada ni nadie te obliguen a hacer lo que no quieres o a ser cómo no eres.
Tal vez este cuento sea poco navideño. O quizás sí.

25 de diciembre de 2014

Feliz

Sed felices, pero ni más ni menos que cualquier día del año. Recreaos en la hermosura que os rodea, en la vida que explota a cada instante, en lo auténtico, en lo que tenéis desde siempre y para siempre. Buscad la felicidad que no depende de luces artificiales ni mentiras en venta. Mirad a vuestro lado, tocad a la gente que queréis y que os quiere. Fijaos en lo que no se ve a simple vista. Cerrad los ojos y sentid la libertad de no ser de nadie o ser del mundo entero.
Este es nuestro deseo y nuestro regalo de hoy.

"Esta vez dejadme
ser feliz,
nada ha pasado a nadie,
no estoy en parte alguna,
sucede solamente
que soy feliz
por los cuatro costados
del corazón, andando,
durmiendo o escribiendo.
Qué voy a hacerle, soy
feliz.
Soy más innumerable
que el pasto
en las praderas,
siento la piel como un árbol rugoso
y el agua abajo,
los pájaros arriba,
el mar como un anillo
en mi cintura,
hecha de pan y piedra la tierra
el aire canta como una guitarra.

(...)
Hoy dejadme
a mí solo
ser feliz,
con todos o sin todos,
ser feliz
con el pasto
y la arena,
ser feliz
con el aire y la tierra,
ser feliz,
contigo, con tu boca,
ser feliz."
(Pablo Neruda, "Oda al día feliz")

21 de diciembre de 2014

Lurdes Jareño: in memoriam.

       Aún conmocionados por la pérdida de nuestra compañera Victoria hace solo seis meses, el destino vuelve a   darnos un golpe terrible: Lurdes –así lo escribía ella- nos ha dejado también para siempre. Parece como si la vida quisiera mostrarnos con  despiadada contundencia que es  simplemente una exhalación;  eso significa precisamente  animus,  un soplo vital que en cualquier momento puede extinguirse. La muerte no entiende de calendarios ni de “fechas entrañables”; se presenta sin llamar y destruye y asola lo que encuentra a su paso. 
       Lurdes era especial; todos  lo sabemos. Aun sin conocerla demasiado, podíamos adivinar en ella unas infinitas ganas de vivir en un medio que a menudo ella consideraba hostil. Era trasgresora, idealista, soñadora y romántica. Sentía un cariño especial por sus alumnos, especialmente por los más pequeños y  ellos, a su manera,  también la querían.  Siempre recordaremos de Lurdes su originalidad, su aspecto  de profesora inglesa, más que de profesora de inglés, sus insólitas  y divertidas  intervenciones en los claustros,  su tremenda humanidad. Ha estado al lado siempre de los que más han sufrido en este desdichado 2014 y los ha arropado con su ternura  y su cariño.
      La muerte de otra compañera de forma tan rápida y fulminante, víctima también de una terrible enfermedad nos deja sin resuello. Estamos tan sobrecogidos que no somos capaces de asimilar  tan súbita pérdida.  Llevábamos tiempo sin  verla; parece que su  ánimo no estaba bien, como si presintiera  que algo grave iba a ocurrirle; pero a nadie, ni siquiera  a ella misma,  se le pasaba por la mente  este fatal desenlace.  En dos semanas se nos ha ido. No quiso que nadie supiera lo que estaba sufriendo; no quería extender su dolor a los demás. No permitió que nadie, salvo sus más íntimos, la viera cómo se iba apagando. Quiso que la recordáramos feliz, sonriente, llena de vida y  llena de amor; ese amor que ella derrochó y que no siempre encontró asilo. Y así la vamos a recordar.
    
      Hasta siempre, querida Lurdes.

      Hipólito, en nombre de todos sus compañeros.

11 de diciembre de 2014

Regala palabras por Navidad

Mi colega Hipólito ha tenido la genial idea de recopilar en Bibliojuande las frases que los profesores repetimos y repetimos y que acaban formando parte de nosotros mismos. Como él dice, "un poco de pimienta" para estas fechas tan edulcoradas.
Me toca a mí el azúcar... Unas alumnas me han pedido que publicara una entrada donde pudieran escribir cartas o textos sobre personas especiales a las que echan de menos en estas fechas tan propicias para la nostalgia. Aquí está la entrada para que lo hagáis. Podéis escibir lo que queráis...siempre que sean un regalo. Puede ser una carta, una semblanza, un relato, una elegía. Pueden ser todo azúcar... o también pimienta.
Estoy segura de que los destinatarios de los textos se pondrán muy felices estén donde estén. Yo también lo estaría. Mucho más que si me regalasen una colonia pestosa que me asegure la pasión de machos alfa, una crema que prometa una falsa juventud eterna, un detergente que me cure la obsesión por las manchas o un electrodoméstico que me convierta en el ama de casa que no quiero ser.
En cualquier caso, espero que escribáis como mejor lo hacéis: sin trabas, sin límites ni normas. Con mucho azúcar. O también con un poco de pimienta...

10 de diciembre de 2014

Derechos humanos

Cada 10 de diciembre se celebra el Día de los Derechos Humanos para recordar que el respeto a los derechos básicos e inalienables de todas y cada una de las personas es el ideal común al que aspiran todas las naciones y pueblos del mundo.
El lema de este año, «Derechos Humanos, 365 días al año», subraya que cada fecha del calendario es un Día de los Derechos Humanos; que nos pertenecen a todos por igual, en todo momento.
El Día fue proclamado por la Asamblea General en 1950, y la fecha elegida coincide con el aniversario de la aprobación en 1948 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Este documento histórico detalla en sus 30 artículos los derechos fundamentales civiles, culturales, económicos, políticos y sociales que nos unen como comunidad internacional bajo los mismos ideales y valores.
Es un día de celebraciones y también de denuncias. No hay que irse muy allá para ver cuán lejos estamos de que los derechos humanos sean derechos de todos los seres humanos. Un titular de hoy, por ejemplo, nos recuerda  que a 12 kilómetros del centro de Madrid viven en condiciones miserables 298 niños, entre ratas, basuras y violencia. Podéis leer el reportaje completo aquí
Pero quedémonos, al menos un rato, con las celebraciones. Hoy han recibido el Premio Nóbel de la Paz de manera compartida dos grandes luchadores por los derechos de los niños, Malala y  Satyarthi. La joven paquistaní ha declarado que no parará "hasta que vea a todos los niños en la escuela". Estas son las personas que nos animan a creer, a tener esperanza, a no rendirnos y a trabajar por un mundo digno.
Hay celebraciones más humildes, más cotidianas y más cercanas. El pasado 3 de diciembre un nigeriano que vende pañuelos en un semáforo de Triana (y estudia Medicina, por cierto) se encontró con un maletín de gran valor (tres mil euros dentro, entre otras cosas) y de la forma más natural lo devolvió. No entiende el revuelo mediático que se ha armado porque él lo considera normal: "No era mío". Ojalá supiésemos mirar con la misma naturalidad a las personas que, como él, se acercan a vendernos pañuelos bajo la lluvia o la solana. Ojalá sintiéramos que de verdad son personas como nosotros, con los mismos derechos. Ojalá no viéramos el color de su piel sino exclusivamente su honradez y su sonrisa. Qué lección en una sociedad tan tremendamente podrida. Se llama Pedro Angelina y podéis leer su historia aquí
Héroes y heroinas con nombre y anónimos, famosos o desconocidos son los que deben hacernos reflexionar sobre lo que queremos y debemos hacer para celebrar el Día de los Derechos Humanos. Hoy y todos los días.

5 de diciembre de 2014

Siete bebés

Aviso: esta entrada puede poner en peligro tu alegre espíritu navideño. Además reconozco que es muy personal, casi una necesidad terapéutica.
Estoy corrigiendo. Me canso. Mientras leo miro la tele de reojo. Unas hienas se despedazan en una bochornosa tertulia política; la ordinariez se hace reina en un reality show; la única película interesante me la sé de memoria.
Evito volver a corregir y me pongo a leer el periódico en el ordenador. Estoy a punto de dejarlo porque mis exámenes me parecen más interesantes que la bazofia que inunda los medios... pero me topo con esta noticia: "Desaparecidos 28 inmigrantes al tratar de cruzar el estrecho en una patera". Desaparecidos... Muertos no porque no hay cadáveres. Entre ellos hay (¿había?) 7 bebés. En lo que va de año, más de 3000 personas (que se sepa) han muerto intentando llegar a la vieja y hosca Europa...
Cómo voy mañana a comprar los regalos de navidad sin que se me caiga la cara de vergüenza. Cómo se le explica a una madre que su bebé ha "desaparecido". Cómo soy capaz de sonreír y felicitar las fiestas mientras que aquí, muy al lado, el mar se ha convertido en una tumba para los desgraciados que anhelan cosas tan simples como comer. Cómo puedo deleitarme con una ducha bien caliente o con una cerveza bien fresquita. No lo sé. Sé que mañana me levantaré e intentaré cumplir con mi obligación de ser feliz. Pero ahora me siento un monstruo porque 7 bebés han muerto (dejémonos ya de palabras necias) y yo no hago más que desahogarme antes de irme a dormir plácidamente en una cama cálida.
Dejo el periódico y vuelvo a mis exámenes. Algo ha cambiado. Todo lo que leo me suena a cuento de hadas.
Si quieres leer la noticia completa, pincha aquí . También podemos colaborar con alguna de las muchas ONGs que se dedican a la ayuda al inmigrante, como Sevilla Acoge. Si quieres hacerlo, pincha aquí

2 de diciembre de 2014

No queremos enterarnos

Caddy Adzuba, activista y periodista congoleña
Caddy Adzuba está amenazada de muerte. Su "crimen": lleva toda su vida denunciando la violencia y el saqueo de los recursos minerales que vive su país y, en especial, la situación de las mujeres y niños. En Congo, el cuerpo de la mujer es el campo de batalla. La explicación es sencilla y brutal: "La mujer congoleña es el centro de la familia. Es la que la mantiene a través de lo que cultiva, de lo que vende… Es esta economía informal la que durante décadas ha hecho posible que Congo funcionase. Siempre fueron ellas las que mantenían a sus familias. Gracias a su trabajo, las comunidades funcionaban. Cuando comenzó la guerra, los que la habían planificado sabían que en Congo, para ganar la guerra, había que destruir a las mujeres. Una mujer violada es una mujer enferma"
Lo que no sabemos, o no queremos saber, es que las multinacionales y algunos gobiernos occidentales son los que promueven esta guerra para poder explotar los minerales de este país. Parece increíble... Conviene que  sigas leyendo