1 de febrero de 2018

SOLEDAD vs SOLIDARIDAD

Cuenta el mito que tres marineros se enfrentaron al peligro de los cantos de las Sirenas.
El astuto Ulises se hizo atar al mástil mientras taponaba con cera los oídos del resto de la tripulación; así, sin riego de caer atrapado, pudo escuchar la perturbadora melodía. Una y otra vez gritaba que le desataran pero sus marineros, insensibles, se mantuvieron fieles a las órdenes dadas y el héroe salió airoso del peligro sin arriesgar su vida.
Orfeo, el segundo héroe, contraatacó en cambio con el poder de su propia música y, subiendo al puente cuando comenzaron los doloroso cantos, tocó con su cítara una música tan desgarradora que superó con creces a la de las Sirenas. De esta manera, Orfeo pudo pasar con sus compañeros, sanos y salvos, por aquel mar infestado de peligros.
Poca gente conoce que en este mismo viaje, un marinero cualquiera, -su nombre fue Butes-, se levantó inesperadamente de su banco, abandonó su remo y, atrapado por el dolor de aquellas mujeres, se dirigió a la popa del navío y, cuando nadie lo esperaba, se lanzó al mar. Se lanzó al mar.
Este tercer marinero al que casi nadie recuerda ha sido siempre mi héroe, porque no se tapa las orejas con cera, no se ata al mástil de su comodidad, no levanta un grito más alto que el de quienes sufren, no desoye la voz de la naturaleza y, abandonando una vida placentera, se lanza al proceloso mar desoyendo los sabios consejos de los que pasan por piadosos.
Por eso mis héroes son esta semana las mujeres y los hombres que trabajan en la Asociación MUSEKE (SONRISA), que mantienen con muchísimo esfuerzo un comedor en Nemba, al norte de Ruanda, donde comen de lunes a sábado doscientos cuarenta niñas y niños, que son doscientas cuarenta sonrisas y doscientas cuarenta ilusiones que se renuevan diariamente, porque -estoy seguro- algunos de ellos, después de esa comida, volverán a pensar que de mayores serán doctoras, o profesores, cocineros o ascensoristas del edificio más alto del mundo. Y tendrán hijos y un hogar para ellos.

El miércoles próximo, día 7 de febrero, en nuestra III Tarde Solidaria, los vamos a tener con nosotros a partir de las 17:00 horas, y nos contarán qué puñetas hacen en Ruanda y qué les movió a abandonar la comodidad de un barco seguro para lanzarse al mar cansado de tantos y tantos llantos que una sociedad de consumo se empeña en tapar. Esta es también la labor de un instituto: levantar las velas vergonzosas de la ignorancia y guardar silencio para escuchar otras voces.
Allí nos vemos, el siete a las cinco, dispuestos a escucharles, a asistir a juegos de magia y a disfrutar con nuestro coro. Y dispuestos también a merendar, que si hay que romper alguna hucha, pues se rompe... digo yo, que decía Séneca que el que puede socorrer a alguien y no lo hace, lo mata.

Y a las gentes de MUSEKE, gracias por ayudarnos a enseñar y a aprender al menos una tarde a la que hemos llamado Solidaria.
Germán Jiménez, colaborador del grupo Aequitas25

2 comentarios:

  1. Don't miss this special event! Art and solidarity will run together at Juande School.

    ResponderEliminar
  2. Conozco un cuento que mi padre me contaba cuando era pequeña. Ya puedo entender el significado que el quería transmitirme con el, amar y cuidar a mi madre, para darle lo mejor.

    Este cuento trata sobre una madre, no muy jovén, viuda y sin hijos, que en el bosque donde vivía, encuentra un recién nacido. Este niño con el paso del tiempo, se va dando cuenta de en las malas condiciones que su madre y el vivían (falta de alimento, luz, agua...). Entonces, el jovén decidido parte hacia el pueblo más cercano, con el fin de encontrar un lugar mejor para su madre. Al llegar al pueblo, se encontró con la sorpresa de un monstruo de siete cabezas a la entrada, el lo mató y ganó la mano de la hija del rey como recompensa. Pero no le basto una casa en ese pueblo, sino que fue al castillo cercano de la bruja para derrotarla y con ello poder llevar a su madre a ese precioso castillo con muchas tierras. Así lo hizo.

    Si el amor y el esfuerzo de ese hijo por esa madre, lo pusiesemos y dedicasemos a todas las personas de este mundo, que ruegan por un trozo de pan, agua limpia para beber, un hogar seguro.
    Y mil cosas más. Podríamos decir que vivimos en un mundo solidario. Pero la cruel realidad es, que no ayudamos ni a las personas que mendigan por las calles que más pasamos. Esta es la situación que yo veo, un mundo con mil y una cosas que arreglar, donde la más importante es mejorar la situación que padecen bebés, niños y niñas, adultos y ancianos, vayamos donde vayamos. Para ello nos hace falta algo esencial, la empatía, y dejar nuestra superficialidad y egoísmo al lado, dejando de comprar un pintalabios más para la colección que tenemos y empezar a dar ayuda, no sólo con dinero, sino la de nuestras propias manos o nuestra simple voz.

    Por ello, es tan importante actos como este y el trabajo de muchísimas personas involucradas en campañas, por las que dejan su vida para irse a otros países en pésimas condiciones. Estas personas no sólo merecen las gracias de aquellos los que ayudan, sino las gracias de todos nosotros por ser un gran ejemplo y enseñarnos el valor de la solidaridad.

    Sandra Fernández 2ºBACH.A

    ResponderEliminar