21 de junio de 2016

Volver a casa

Hace un par de semanas vi este corto. Aunque está publicado desde primeros de marzo, se ha hecho viral este último mes. Se llama Au bout de la rue y su director, Maxime Gaudet, quería denunciar el acoso callejero que sufren (sufrimos) las mujeres al volver a casa por la noche. Además, quería dejar claro que es algo habitual y que se vive como algo "normalizado". Si quieres más información, pincha aquí. 
Es curioso cómo funciona la percepción. Cuando lo vi la primera vez, me gustó cómo el audiovisual reflejaba el tema y me pareció tristemente interesante. Sin embargo, yo estaba en otras lides y ahí quedó. Pero hace unos días, Marina, colaboradora del grupo, me lo mándó y lo comentamos un poco.Entonces recordé. Me acordé del miedo al volver a casa cuando era adolescente. De los pasos cada vez más rápidos y las ganas de llegar al portal. De las miradas constantes hacia atrás. De cómo apretaba la llave por si alguien se acercaba y necesitaba utilizarlas como arma defensiva. Del temor de mi madre hasta que llegaba a casa. De la tranquilidad que sintieron cuando me eché un  novio que me acompañaba, esperaba a que entrara en el portal y encendiera la luz de mi cuarto para indicarle que ya estaba en casa. Se lo comenté a Marina (más resumidito...) y me transmitió cómo había despertado el temor de su madre. Además me añadió una frase muy representativa: "Es una noche normal en mi vida y no te das cuenta hasta que lo ves desde fuera".
Joder, pensé (perdón). ¿Es que no ha cambiado nada en más de 30 años? ¿Una chica o una mujer no puede volver tranquilamente a su casa sin miedo a que la increpen, insulten, persigan...o algo más? ¿La calle a partir de cierta hora no es un espacio para mujeres? Mujeres solas, claro. ¿De quién es la calle? ¿Qué mueve a un machista a ser además un acosador? Porque esto es acoso. Y el problema es lo que me comentó Marina. Cuando yo era chica, lo veíamos como algo normal; desagradable, incómodo, peligroso incluso, pero normal. Eran gajes del oficio de ser mujer. ¿Y ahora? "... no te das cuenta hasta que lo ves de fuera". 
Por supuesto, creo que cada vez hay mas hombres que se comportan con respeto y corrección. Pero no es suficiente. No tiene que haber más hombres: tienen que ser TODOS. Cualquier persona, al margen de su sexo, físico, situación, orientación sexual y variantes posibles tiene derecho a volver a casa sin miedo. No estamos hablando de barrios marginales con un un alto nivel de delincuencia. No. Esto pasa en tu calle y en la mía. Algo tenemos que hacer. Y desde luego callar, no.

5 comentarios:


  1. Al volver a casa después de salir, a veces tenemos una típica inquietud de si nos persigue alguien, o nos imaginamos algo por el estilo, por eso me gustaría comentar este video.
    Bajo mi punto de vista, el autor trata claramente de hacernos ver la angustia y el miedo que siente la chica, al ser acosada por la calle a determinadas horas de la noche.
    Pero una de las cosas que más atraen mi atención de este corto es cómo ella le responde a su pareja que está bien, cuando llega a casa y él le abre la puerta preguntándole que qué tal la noche, como si no hubiera pasado nada.
    Personalmente esto me da qué pensar. Parece que se sintiera intimidada por el acoso que acaba de sentir en la calle, y al llegar en vez de contárselo a su pareja, no le da la verdadera importancia que tiene, y decide no contárselo. Como si lo que le acabara de suceder fuera lo normal que le puede pasar a cualquier chica que ande sola por las calles en la noche…
    En mi opinión este tipo de personas acosadoras, irrespetuosas y maleducadas, deberían rectificar de una vez por todas este comportamiento hacia las mujeres.
    Quizás, si nos pusiéramos todos de acuerdo y lo condenáramos contundentemente como una falta de respeto, para llamarles la atención y recriminárselo, cada vez que viéramos un acto similar, seguramente, estas personas dejarían de actuar de ese modo.
    El primer paso para esta y otras tantas injusticias es acabar y romper con el silencio.

    Pablo Arenas Pineda 1ºBach. F

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  2. ¿ Volver sola a casa ? En mi familia es un tema muy tratado, ya que hace poco estuve hablando con mi tía y ella misma recordaba esos momentos en los que mi prima mayor salía de fiesta. Ella misma admitía que desde que mi prima salía por la puerta hasta que volvía a entrar era incapaz de estar más de veinte minutos sentada. Mi tía recordaba con angustia alguna frase que le repetía mil veces a mi prima: Ana por favor no llegues tarde, avísame cuando estés en el coche, sí es muy tarde tráete una amiga a casa o vete tú a dormir a casa de una amiga pero por favor a estas horas por la calle no. Estas frases me resultaron muy familiares , ya que yo también las había escuchado muchas veces de la boca de mi madre. En mi caso me pedían que alguien me acompañase hasta casa o ellos iban a recogerme o que lo llamase por teléfono nada más salir del metro y estuviese hablando con ellos en todo momento… Cosas comunes que casi todas, por no decir todas, las chicas habrán escuchado a lo largo de su adolescencia.

    Recordar esas palabras me hizo pensar una cosa. ¿ Porque las mujeres tenemos que sufrir desde que somos pequeñas hasta que somos mayores con el tema de salir de noche? Nosotras siempre nos encontraremos en desventaja frente a los hombres ,ya que cuando son pequeñas no podemos recogernos muy tarde, cuando somos adolescentes tenemos que tener cuidado cuando volvemos tarde, y cuando somos madres estamos muy preocupadas de lo que le pueda ocurrir a nuestros hijos cuando llegan de noche.

    Este tema es muy distinto para los varones ya que ellos no se les pide tanto cuidado porque al final es distinto. Son ellos los que nos provocan el miedo a nosotras , no todos claro. Pero algunos si. Ellos son la causa de que aceleremos el paso cuando vamos solas por un lugar oscuro y de que se nos llene la cabeza s de miles y miles de pensamientos negativos de lo que nos puede ocurrir si alguien consigue alcanzarnos.

    Recuerdo muchas noches volviendo sola a mi casa de esas veces en los que nadie me recogía, nadie me acompañaba, y no hablaba con nadie por teléfono. Recuerdo esos pensamientos que se me venían a la cabeza, que me asustaban, y aunque solo fueran pensamientos cómo daban miedo. Por desgracia no voy a hacer ni la última ni la primera chica a la que esto le va a pasar porque este tema si no ha cambiado en estos últimos 30 años no creo que cambie en los próximos 30. Si nuestra sociedad está muy evolucionada, está muy bien educada pero aún así todavía siguen existiendo algunas pequeñas de ventajas para las mujeres, simplemente por el hecho de ser mujer. Aunque eduquemos muy bien a nuestros hijos, siempre habrá algunos niños a los que no les hayan educado también, los que cometan estos actos, seguramente esta cifra vaya disminuyendo pero desgraciadamente siempre habrán personas que hagan daño.

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  3. Un tema tan común en las bocas de los padres...el volver sin compañía a casa. Siempre lo ignoramos, dejándolo pasar con un simple 'que no pasa nada'. Hasta que pasa. Uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Uno no sabe lo que es, hasta que lo siente de primera mano.
    Miles son los peligros a los que nos sometemos en el momento que decidimos abrir la puerta para salir, cientos son las personas que esperan a la vuelta de la esquina para hacer daño, millones son los casos que desgraciadamente demuestran estas teorías.
    ¿De quién es la culpa? No siempre podemos buscar alguien a quien señalar. En este tipo de historias el que sale perdiendo suele ser el que tiene menos suerte. No por volver tarde sol@, salir a beber o ir a pasártelo bien significa que no te importan tus padres, los estudios o esos roles que se atribuyen a estos tipos de acciones. No obstante, no hay caso en los que estos prejuicios no influyan. 'Que no hubiese llevado la falda tan corta...', 'Que no hubiese salido tan tarde...', 'Que se hubiese quedado en casa...'.
    ¿Perdona? Dudo muchas veces de esta sociedad cuando comentarios así siguen siendo la orden del día cuando sucesos como violaciones, asesinatos o secuestros aparecen en los medios de comunicación. Analizando esas citas y siendo lo más objetiva posible, ¿qué tipo de intenciones esconden? ¿No os suena muy a hombre conservador que no tolera una igualdad sexual?
    También llamado machista para los amigos.

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  4. Cada noche el mismo miedo: volver sola a casa. Paso una media de seis o siete veces por mi calle, pero de noche es totalmente diferente a como lo es de día. Las casas no parecen las mismas, veo sombras en todas las esquinas, escucho pasos detrás de mí y me pregunto: ¿habrá alguien detrás o sólo son imaginaciones? Y si hay alguien, ¿qué voy a hacer? ¿Podré con él? ¿Me dará tiempo a salir corriendo y llegar a mi casa? Empiezo a idear un plan de huida, de contraataque, queriendo poner en práctica todos los puñetazos y patadas que salen en las series de televisión. A veces, es un gato juguetón bajo un coche, una hoja del árbol cayéndose o simplemente el sonido de mis propios pasos. Pero yo por si acaso ya sabía que la patada en los huevos y el puñetazo en la boca del estómago los iba a dar. No me siento segura, tengo miedo de no llegar, de desaparecer para siempre. Porque en las series de televisión siempre sale todo bien, pero; son eso, series de televisión, y esto es la vida real.

    Las calles por las noches dejan de ser lugares para nosotras. Se convierten en desafíos, en una carrera de obstáculos que debemos superar para llegar a nuestra meta, a nuestra casa. Y llegar sin rasguños, a poder ser, sanas y salvas. El alivio lo sentimos cuando nos acompañan, pero cuando nos acompañan nuestros amigOs/ noviOs. Parece que tener compañía masculina nos hace menos atractivas para el ojo del hombre acosador. Les hará pensar que el hecho de ir con un hombre, nos hace difíciles de conseguir, porque tenemos protección masculina (más fuerte que la femenina, claro). Pensarán que ya tenemos “dueño” y, las cosas de otros hombres no se tocan. Entre hombres sí hay respeto.

    ¿Por qué? Es que me entristece tanto pensar en esto… En que miles de mujeres son asesinadas, secuestradas, violadas. Y nada cambia. Pasan los años, y las preocupaciones, los miedos, la desconfianza, el pánico, siguen siendo los mismos. Las cifras de estas mujeres no disminuyen. Todos los años las mismas historias. Historias de mujeres. Historias amargas.

    ¡Basta ya!

    Quiero cambiar esto, quiero poder volver a casa con la misma actitud con la que me voy, quiero poder volver sola y disfrutar del silencio de las calles, de la paz que se respira, de saber que todos duermen y que las calles son mías, que el mundo es para mí. Me gustaría poder saborear esa soledad, escuchando mi respiración y mis pasos. Ese momento de tranquilidad sin que me inquiete pensar si habrá alguien a la vuelta de la esquina.

    Desgraciadamente, por muchas ganas que yo tenga, no depende sólo de mí. Todavía nos queda mucho trabajo que hacer, muchas batallas que ganar. Pero no pienso rendirme, ahora no. Sé que vamos a cambiar las cosas, sé que algún día conseguiremos la igualdad, confío en nuestras generaciones. No viviré para verlo, pero sé que lo conseguiremos, porque cada vez hay más gente harta de callar y con muchas cosas que decir.

    Andrea Figueroa Estrada

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  5. Al ver ese video he recordado un texto de un hombre hablando sobre este tema no hace mucho, publicado en la red, cuenta como frecuentemente si coincide con una chica en una calle solitaria en plena noche, ella mira cada cierto tiempo hacia atrás para ver si ya no está, cómo acelera el paso cuando él empieza a caminar rápido y cómo siente su tranquilidad cuando él le adelanta sin pararse o pasando desapercibido. Esto es algo que todas las adolescentes vivimos de vuelta a casa, ese miedo que nos entra cuando sentimos que alguien camina a nuestra espalda,o cuando empezamos a ver sombras por todos lados y empezamos a planear como huir, como si estuvieramos en una serie de televisión; y el alivio que nos entra al ver a una mujer aparecer.

    Sin embargo, estas situaciones deberían desaparecer, porque… ¿Por qué tenemos que tenerle pánico a cualquier hombre que se nos cruce por la noche? Hay veces que he llegado a sentir pánico y he empezado a andar rápido, he llamado a alguien para sentirme segura o me he dado la vuelta y he cogido otro camino. Pero el problema no es que me pase a mí y ya está, sino que la mayoría de nosotras hacemos las mismas cosas y sentimos el mismo miedo.

    Podría decir que no lo entiendo, pero claro que lo entiendo, todas sabemos porque lo hacemos, lo hacemos porque muchas no, muchísimas mujeres han sufrido abusos alguna vez en su vida y podríamos ser nosotras, en ese momento en el que no tenemos compañía ni protección de nadie, las víctimas de esos abusos.

    También leí hace unos días un testimonio de un hombre originario de la India que había violado a una mujer y decía lo siguiente “una mujer no va por ahí a las nueve de la noche si no quiere que la violen”… aquí se vuelve a reflejar el machismo una vez más, no tiene ni pies ni cabeza, pero es que, si además de él piensan así otros más, como pretenden que no nos entre pánico en cualquier pequeña situación de riesgo.

    Pero a pesar de todo, la sociedad va evolucionando, y tendremos que tener esperanzas en que en algún momento esto deje de pasar. Queremos llegar a casa sin miedo. Queremos llegar tranquilas.Queremos saber que vamos a llegar a casa cada vez que salimos.

    CARMEN FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ 2ºA BTO

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