19 de abril de 2017

Bienvenidos a vuestra entrada.

Bienvenidos a vuestra entrada.
Esta entrada es para todos aquellos a los que Twitter, Facebook, Instagram, os han convertido en una sociedad de acosadores. De una manera u otra, estáis constantemente mirando lo que hacen o dejan de hacer los demás y publicando lo que vosotros hacéis u os gustaría hacer. Podéis construiros un perfil muy alejado de vuestro verdadero yo o simplemente podéis  ser vosotros mismos, pero estáis dentro del juego.  Observáis, criticáis, acosáis.

Nadie se libra, todos sois culpables. Quizás algunos de vosotros penséis que sois buenxs chicxs, y no os lo niega nadie, pero todos movéis alguna ficha del tablero. Tanto el que actúa, como el que se mantiene al margen para no mojarse. Una foto, una lista, comentarios; todo eso deja huella en el otro, lo deja en ridículo, o lo pone en el punto de mira.

Realmente, nadie sabe con seguridad el impacto que tiene sobre la vida de los demás las cosas que hacemos; no tenemos ni idea de cómo pueden afectarle y aun así, seguimos sin cambiar nada. Seguimos actuando igual porque nosotros no sufrimos las consecuencias.

A través de las redes sociales, los jóvenes piden ayuda a gritos, piden una búsqueda más profunda en ellos, más allá de hormonas, de enfrentamientos de institutos, de ligues… Necesitan que se reconozca su soledad, su dolor, su aislamiento. Esos sentimientos por los que todos pasamos y de los que se olvida la intensidad y pureza con las que se viven. Esos sentimientos propios de los adolescentes y que llevan a cometer locuras y errores.

“¿Y si la única manera de no sufrir, de no sentirse mal con los demás y con uno mismo es dejar de sentir? ¿Y si dejáramos de sentir para siempre?”

13 Reason Why, suicidios, violación, acoso. Miedo, rabia, impotencia, asco. Empatía, reflejo, pura realidad. Todos podemos ser Hannah Baker. Que nos quiten la mano cada vez que necesitamos el refugio y el apoyo de los nuestros. Todos podemos pensar que el problema es que no somos lo suficientemente buenos para los demás como para merecer su ayuda. Pero todos podemos ser una razón. Un protagonista en las cintas de alguien, una causa. Y podremos saberlo o no. 

Andrea Figueroa, colaboradora del grupo Aequitas25

13 comentarios:

  1. El corazón me dió un vuelco al enterarme de la temática de la próxima entrada a publicar de este blog. Afortunadamente, o por desgracia (ya que no conté con el factor sorpresa), tuve primicia de ello. Desde entonces llevo meditando qué escribir sobre ella, pues trata de un asunto de importancia vital para mi y sobre el que no dudo en reflexionar día tras día.

    Tal y como dice la autora, vivimos en una sociedad de acosadores. Nuestra vida es vista y observada por una media de 200 ojos. 200 ojos pertenecientes a 100 personas de las cuales un 50% son desconocidas o no pertenecientes a nuestro círculo rutinario/cercano/de confianza. Les interesa saber qué comemos, con quién salimos; cómo lo hacemos, y dónde. Si estamos solos en nuestra, o acompañados (pero de quién). Qué música escuchamos, cómo nos encontramos, que pensamos… Leo estas palabras y no dudo en pensar en una película de terror, de verdad que me asusta la idea. Si esto nos ocurriese por la calle, o si hubiese alguien observándonos desde la ventana de nuestro domicilio; lo normal es que nos asustásemos de tal manera que nuestra primera reacción fuera llamar a la policía y denunciar. Pero este no es nuestro caso. La idea de que esto ocurra por y mediante nuestras tan amadas redes sociales le quita hierro al asunto, nos relaja. De hecho, sí, vivimos en una sociedad de acosadores. Pero nos gusta. Nos satisface que las personas observen cada paso que damos, qué sensación de alegría nos recorre el cuerpo al saber que 200 personas han leído aquel pensamiento íntimo que nos lleva rondando la cabeza una semana. Pelos de punta al saber que un centenar de personas saben que estamos de fiesta y dónde. Pero sobretodo, deseamos que aprueben todo ello y cuando lo hacen… las endorfinas se liberan de tal manera en nuestro organismo que nuestra vida mejora de forma repentina y singular. Alimentamos, engordamos este acoso rutinario, nosotros somos los principales culpables, a la vez que somos acosadores por excelencia. Nadie se salva- Se trata de un bucle, una adicción, un ciclo interminable, y pocos son los valientes que se atreven a salir de él. O directamente a no entrar, con sus respectivas consecuencias.

    Este no es el único problema relacionado con este tema que me ronda cabeza una y otra vez. La palabra acosador no es buena, en ninguno de los sentidos. Que alguien acose significa a la par que juzga, y esto puede ser quizás lo que haga más daño. Todo es perfecto mientras el que observa tu vida no se meta en ella, o directamente, mientras todo lo que diga sobre ella sea positivo. El problema viene cuando ninguna de estas dos situaciones se da, cuando lo que ocurre es todo lo contrario. La gente critica, hace daño. Criticamos, hacemos daño. Y esto, cuando nos incluye/ influye a nosotros, ya no nos gusta. Hannah Baker, fue una víctima de esto al ser incluída en una dichosa lista divulgada. Lista que no hacía más que informar a todo el que la viera de quién encajaba en los cánones de belleza establecidos, y quién (cómo no) no lo hacía. Una lista cuyo autor no tenía intención de herir sus sentimientos (pues todo se trataba de una broma, eso sí, de mal gusto), pero que sin embargo, provocó que esta fuese una de las razones que la llevó al suicidio. La sociedad de acosadores, después de esto, no parece el mejor lugar para vivir. Aún así, aunque sabemos de casos que ocurren día tras día similares al de Hannah, somos tan débiles como para seguir habitando en ella. Tan débiles como para hacer que siga creciendo y haciendo daño día tras día. Vemos gente que pide ayuda para salir de ella o para quedarse pero sin resultar herida. Gente que ha sido dañada pero que sigue juzgando, otra que aprende la lección pero mantiene su boca cerrada. “Todos podemos ser una razón. Un protagonista en las cintas de alguien, una causa”. Lo importante es ser consciente de ello y vivir con las consecuencias.

    Andrea Aguado Marín
    2º Bachillerato A

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  2. Como la gran mayoría de cosas que hacemos a las que no damos importancia ni nos preocupa que repercusión podrían tener nuestros actos tanto en otras personas como en nosotros mismos, el acoso es un tema que no debería pasar desapercibido y que no debería tomarse a broma.

    El bullying ha existido siempre. Sin embargo, hoy en día, mediante internet, redes sociales, posts y comentarios es mucho más fácil desdeñar a otras personas sin que apenas salpique, e incluso ocultando al autor o culpable tras el más absoluto anonimato. No todo el mundo es capaz de insultar a la cara, ni decir lo que piensas en público e intentar resolver los problemas que te conciernen, pero cualquiera puede hacer sentir mal a otro escudado tras una pantalla. Eso es de cobardes.
    En numerosas ocasiones, además, ni siquiera nos importa hasta que punto se le hace daño a la víctima. Lo que reafirma la inconsciencia que esto conlleva.

    Además, a estas edades, por unas cosas u otras solemos ser reacios a conformarnos con lo que nos dicen, nos aconsejan o incluso con lo que hacen por nosotros. De forma que somos aparentemente mucho más sensibles a la realidad y a todo lo que puede afectarnos. Un comentario, una foto o una mala respuesta podrían tener graves repercusiones en un adolescente con las emociones a flor de piel que además, quizás, tenga problemas en casa, con sus amigos o los clásicos y desgarradores problemas amorosos inherentes a la etapa previa a curtirse como adulto.

    Sin embargo, en la serie (Por trece razones) la protagonista apela al suicidio para evadirse de todas las malas sensaciones, actos y personas que la han decepcionado hasta llegar al límite. Por todas aquellas razones (valga la redundancia) que han llevado a Hannah Baker a sentir que su vida no aporta nada y que su futuro no podría ir a mejor.
    Sin duda alguna cualquiera no es capaz de suicidarse. Mas la serie, tanto a los protagonistas de las cintas como al espectador, los hace reflexionar y pensar que probablemente podrían haber evitado la muerte de Hannah. Tuvieron en sus manos la vida de una persona y por egoísmo, individualismo y poca empatía (además de algún que otro hecho traumático) han “permitido” que esto sucediera.

    En conclusión, deberíamos ser más prudentes con nuestros actos y, aunque en muchos casos pueda resultarnos complicado, intentar ser más empáticos es más que suficiente para hacer el día a día, al menos, más llevadero. Nuestros movimientos pueden ser más importantes de lo que llegamos a concebir.


    José Antonio Domínguez 2ºA Bach

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  3. Estamos en una sociedad en la que controlamos y somos controlados por los demás. Esto se debe, en su gran parte, a las redes sociales. Como dice mi compañera, tanto si construimos un perfil falso para dar la imagen que queremos que los demás vean, como si somos nosotros mismos, estamos dentro de ese juego.

    Nuestras vidas dependen básicamente de eso. De saber quién ve nuestra foto, de comentar la vida de los demás, de observar continuamente cada paso que dan. Así, como de dar a conocer lo que hacemos en cada momento a nuestro entorno y a aquellas personas que ni conocemos, pero que, sin embargo, saben más de mi vida que nuestra propia familia. Porque de cada 100 amigos que tenemos en las redes, con más de la mitad no hemos dirigido una palabra en nuestra vida. Me preocupa este tema, porque esta situación nos está atrapando cada día más. La dependencia es cada vez mayor. Esto hace que nos volvamos controladores, obsesivos y que nos sintamos rodeados de mucha gente pero, en ocasiones, solos.

    Aunque esto ya sea un problema, el verdadero conflicto llega cuando se produce acoso o simplemente cuando comentamos la vida del otro, sin saber hasta qué punto puede afectarle. No nos damos cuenta del daño que podemos llegar a hacer con un simple insulto o un comentario, ya que podemos ser la gota que colma el vaso, y más en la adolescencia cuando necesitamos, normalmente, un apoyo, algo o alguien por lo que seguir luchando. Pero hay momentos en los que todos esos apoyos desaparecen, todo parece que va en tu contra y, entonces, crees que ya no tiene sentido seguir en este mundo. Por ello, debemos tener cuidado siempre con lo que decimos o dejamos de decir, ya que nunca sabremos realmente que está viviendo esa persona, ni cómo se siente.


    Carmen Fernández Rodríguez 2A bach

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  4. ¿Estamos ciertamente en una sociedad acosadora o de acosadores? Respondiendo a esta pregunta, pienso que no estamos en una sociedad tan mala o tan cruel como nos quieren hacer ver. Todos estamos en contacto con personas que utilizan redes sociales, incluyéndonos a nosotros mismos. Muchos de mis familiares y de mis amigos, están involucrados en alguna red social y opinan, comentan y se divierten en ellas, pero no conozco a nadie cercano que sea un ciberacosador o que por el contrario, esté siendo acosado.

    Todo el que forma parte de una red social sabe lo que ello conlleva: ser observado y ser criticado, siempre que tú lo permitas, pero no creo que la gente que forme parte de estas redes sociales para acosar. Eso se dará en un porcentaje muy pequeño dentro del número total de usuarios. La mayoría utiliza su cuenta de Facebook, Twitter, Instagram, etc. para subir fotos y comentar cosas con los amigos, en definitiva, para pasar un buen rato. Sin embargo, también es verdad que algunas personas utilizan estas redes para crearse un perfil con falsa información con el fin de destacar o presumir de algo que no es en realidad. Esto no implica que todo el que cree un perfil falso sea un acosador, o que cualquiera que critique una foto o publicación también lo sea, ya que está dando su opinión.

    Tal vez deberíamos volverle un poco la espalda a las redes sociales, y no estar día y noche pendiente de si alguien publica algo, hace algún comentario sobre otra persona o nos muestra con una foto lo maravilloso que ha sido su día. Así prestaríamos más atención a la vida real, que es la verdaderamente importante y podríamos dedicarle más tiempo a asuntos relevantes que posiblemente estemos dejando de lado al dedicar tantísimo tiempo a la vida virtual, que ni te da cariño, amistad ni amor del que realmente todos necesitamos.

    David Garrido Ortiz 2º Bachillerato A.

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  5. Independientemente de las opiniones personales, se ha de admitir que la nueva serie 13 Reasons Why producida por la actriz y cantante Selena Gomez, está siendo muy polémica. Agradezco el hecho de que existan series/películas como esta, que te enfrentan con la realidad, que te hacen verla de otra perspectiva, que te hace pensar y reflexionar, que dan que hablar... Sobre todo si estas van dirigidas a un público joven, aún ignorante de muchos aspectos, porque son capaces de abrirte los ojos y de hacerte consciente de que eso que unos actores están reproduciendo probablemente sea tu día a día, y no te estabas dando cuenta.
    Acoso, falta de privacidad, violaciones… y muchos otros factores que pueden influir en el deseo de acabar con tu vida. Todos podemos presenciar cualquiera de estos hechos, cualquiera incluso puede ser la víctima, pero hay una relación entre todos estos, que nos suceden a nosotras, no a ellos.
    A vosotros no os acosan por los pasillos del instituto, no llaman vuestra atención con silbidos y falsos cumplidos cuando camináis por la calle. A vosotros no os tachan de putas por ser libres, más bien al contrario. Vosotros tampoco os sentís incómodos al salir a la pizarra o al pasar por delante de un grupo de chicas porque estas os escanean de arriba abajo con sus ojos depredadores. A vosotros no os tratan como a un trozo de carne porque vosotros no sois el objetivo sexual de nadie. No os violan, ni tampoco os matan.
    En este aspecto, el más importante desde mi punto de vista, me sentí decepcionada tras terminar la serie. Todas las escenas que aparecen son totalmente verosímiles ¿quién no ha presenciado o sufrido alguna?, pero se equivocan al nombrar, porque no se trata de bullying o acoso al chicx rarx, sino de machismo, término que no aparece ni en la serie ni en las aclaraciones de los productores y que me parece un grave error, porque tendemos a asociarlo con acoso escolar, cuando el origen viene de mucho más profundo. No digamos “el instituto es una mierda” sino “el machismo es un asco, incluso en los institutos se sufre y tiene que parar”.
    Por ello, a pesar de que eso que dijo Hannah Baker y reitera mi compañera Andrea de “vivimos en una sociedad de acosadores” es totalmente cierto, la conclusión que debería extraerse de esta serie es que la educación igualitaria que se ofrece a los jóvenes es totalmente insuficiente, que ese ambiente en los institutos debe erradicarse y eso se consigue entre todos, en casa, en clase y en la calle. Y nosotras, las mujeres, y a las que (de nuevo) nos toca la peor parte, debemos ser inflexibles con este tema. Denunciar, hablar, gritar, pero nunca callar ni dejarnos ganar.
    Si Hannah Baker no hubiera permitido que todo aquello que calló terminara con ella, seguiría con vida. Fue fuerte, pero no podía hacerlo sola. Y tú probablemente tampoco puedas. Ofrece tu ayuda, valora, respeta y enseña a los demás hacer lo mismo.



    Isabel Gómez Godoy, 2º bachillerato A

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  6. Me paso muchísimo tiempo en twitter,algunos dirían que demasiado. Sigo a un montón de "youtubers" también, y fue uno de ellos ("Mister Jagger"), un "youtuber" que ni siquiera es un crítico de series o películas (Él hace vídeos de humor muy extraño) el que me dio el argumento que mas me ha hecho pensar, reflexionar y estar de acuerdo sobre "Por trece razones": "Si vas a hacer una serie sobre el acoso y el bullying en todas sus facetas,no la hagas molona."

    El acoso en internet es una realidad palpable a cualquier hora. No tienes mas que entrar en twitter cinco minutos,buscar a un "twittero" medianaemente polémico y bingo,ya está servido. No hay nada glamouroso en este acoso,ni en ningún tipo de acoso,nada. No existen juegos de cámara alucinantes, ni diálogos escritos por el mejor de los guionistas, la realidad suele limitarse a una diatriba de insultos inconexos por parte de ambas partes. En varios casos, solo suele ser una de las partes la que insulta masivamente mientras la otra encaja insulto tras insulto.

    Una vez, una dibujante que era conocida en las redes sociales (Que aquí,para mantener su privacidad llamaremos "Z") comenzó a hacer varios fan-arts de una serie de dibujos animados. Comenzó a hacer,como ejercicio creativo, dibujos de ciertos personajes con otro género, con otra complexión,emparejados con otros personajes que no deberían ir emparejados. Las reacciones fueron absurdas. Recibía día tras día, cientos, miles, de mensajes instándola al suicidio. "Que no debería hacerle eso a unos personajes que amo y que debería estar muy arrepentida y pensar en suicidarse" rezaban muy parecidamente todos estos mensajes.

    Y al final, sucumbió.

    Trató de suicidarse, no lo consiguió debido a la rápida reacción de sus padres. Tras meses y meses de terapia, de ir a hospital tras hospital y del apoyo de su familia y amigos "Z" consiguió volver a retomar una vida normal. Sin grabaciones en cintas para otras personas, sin risas ni chistes por parte de otros personajes, sin "Que hubiese pasado sin ella".

    Entiendo el mensaje que quiere transmitir "Por trece razones". Lo que no entiendo es porque hacerlo de manera estilizada e intrigante,cuando el ciber-acoso,cualquier tipo de acoso,no tiene nada de estilizado ni tiene "sub-tramas".

    Santiago Molina García. 2º Bach B

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  7. Se nos está yendo de las manos. Está muy bien que una persona publique de vez en cuando las cosas que hace, los sitios en donde está o con las personas que se rodea. Pero de ahí, a publicarlo exactamente todo, hay un gran paso.
    Me parecen denigrantes las personas adictas a las redes sociales. Tanto esas personas que muestran todo los sucesos de su día a día, como las otras que están pendientes siempre de lo que publican los demás por puro vicio. Las redes sociales nos están metiendo en un círculo vicioso donde cuenta más el morbo que la propia vivencia de la situación. Ejemplo de esto: le damos más importancia a inmortalizar los momentos para luego colgarlos en la red que a disfrutar de ellos.
    Hoy en día, con la evolución de la tecnología y la informática, rara es la persona que no tiene ningún perfil en las redes sociales. No somos conscientes de a la cantidad de gente que le puede llegar la información que mostramos, y lo que es peor; lo que pueden hacer con ella. Cada vez son más los casos de acosos, robos, secuestros, violaciones o muertes las causadas por las redes. Esto es lo que aconteció a Hannah Baker, protagonista de Por trece razones, la cual utilizó el suicidio para zafarse del bullying, del acoso y la presión social a la que se veía sometida.
    Eusebio Alcantarilla Romero
    2º Bachillerato B

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  9. Como dice Andrea, suicidio, acoso sexual y escolar son situaciones aparentes que muestra la serie 13 Reasons Why. Nos muestra todas aquellas cosas que no debemos hacer. Pero me gustaría ir más allá y ahondar, en lo que a mi entender, esta serie, muy por encima de las expectativas, ha mostrado. Considero que esta está impregnada de un gran dramatismo y exageración que invade al espectador. Esto es propio de las series americanas, que, por ejemplo, se empeñan en acelerar los procesos naturales de desarrollo
    biológico. A los niños hay que dejarlos ser niños y no crear adultos en cuerpos de niños que luego serán niños en cuerpo de adultos. Porque lo que ocurrirá será que los sentimientos de los que habla el comentario, como la soledad o el dolor, serán confundidos, y llevarán a cometer locuras.

    Está claro que, como cuenta esta entrada y la propia protagonista de la serie, vivimos en una sociedad de acosadores. Y también es de todos sabido que un factor bastante contribuyente son las redes sociales. Pero considero que el verdadero asunto radica en el hecho de haber crecido en un ambiente en el que se valoran más los logros que las cualidades personales. El fracaso es visto con grandes consecuencias negativas, como algo que se debe evitar, por muy pequeño que sea. Puede ser el caso de unos padres que llegan a regañar a sus hijos por el hecho de haber sacado un 9 o un 10 en un examen, sin valorar otro tipo de contemplaciones o el esfuerzo realizado para intentar conseguirlo.
    Y es en estos casos, cuando el autoestima puede verse afectada y truncada, de tal manera que se convierta en una actitud supeditada a la aprobación de los demás.

    Por lo tanto, el miedo al fracaso conduce a una excesiva apología al perfeccionismo, es muy común en personas perfeccionistas. Pero no se trata de un perfeccionismo real, sino de personas que pretenden encontrar cualidades y logros que los demás vean como ideales, y así poder cuadrar en esta sociedad. Un ejemplo bastante claro es en el que Hannah le pide a sus padres un coche nuevo para llevar a la graduación, pues todos los de su curso lo tienen, y ella no puede permitirse ser menos. Tendemos a pensar en objetivos muy altos y a veces poco realistas.
    Y lo peor es que en ocasiones, esto puede llegar a incapacitarnos, a que ese objetivo se quede solo en un pensamiento frustrado. El propio perfeccionismo nos paraliza ante el miedo a no ser capaces de realizar la actividad propuesta al nivel deseado.


    Es por eso que en las redes sociales, una gran plataforma para ilustrar y divulgar nuestra imagen, intentamos pintar nuestra vida de color de rosas para demostrar al mundo lo orgullosos y realizados que nos sentimos.
    Porque en ocasiones ponemos sonrisas donde a veces hay lágrimas, por vergüenza o simplemente por no preocupar a nuestros seres queridos.

    Eso es justamente lo que le pasó a Hannah. Fue una víctima de situaciones donde se sintió bloqueada e impotente para comunicar la situación negativa que vivió.
    Sin embargo, la solución para dejar de sufrir, ni muchos menos, está en dejar de sentir para siempre. De nada sirve abandonar a mitad del partido. Debemos luchar. El acoso hay que denunciarlo, cualquier tipo de agresión tiene como medida prioritaria la ayuda de los demás para superarlo y denunciar cualquier tipo de situación violenta.
    Porque la clave es iniciar el camino y no hacerlo perfecto, pues en lo desconocido está el descubrimiento.


    Clara Conesa Baños
    2º Bachillerato B

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  10. La repentina obsesión por una serie es una sensación difícil de identificar. Te acomete un extraño hormigueo que va extendiéndose como una onda expansiva a lo largo y ancho del cuerpo ocasionando una súbita dependencia emocional. Emociones que pueden despertar series como “13 reasons why”.
    “13 reasons why” es una serie de Netflix que cuenta la despiadada realidad de una adolescente que termina suicidándose por causas desconocidas, sin embargo antes entrega un recuerdo a un viejo amigo. Horas más tarde, ese chico sube los escalones de su casa y advierte la extraña presencia de una caja de cartón embalada en la alfombra del patio; invadido por la curiosidad, se agacha y la recoge. Una vez dentro, la destapa y no se da cuenta que está a punto de caer en las últimas horas que precedieron el suicidio de Hannah Baker.
    Merece la pena realizar un pequeño análisis, ya que trata un tema delicado y una buena razón para verla es el impacto emocional que nos genera una gran sensibilización con la historia, que a más de uno le habrá recordado su propia adolescencia. Es sin duda una impactante historia que a mucha gente le hará reflexionar sobre nuestra sociedad y como los pequeños detalles pueden llegar a desencadenar grandes consecuencias. No solo narra la historia de un suicidio adolescente, sino de violaciones, acoso sexual, acoso escolar, las relaciones amorosas, la comunicación digital, las relaciones padres-hijos, la amistad y otra serie de dificultades ambientadas en un instituto americano.
    No es fácil detectar este tipo de situaciones, aunque pueda parecerlo, y estoy convencida de que el señor Porter (psicólogo orientador del centro) intentó seguir las buenas práctica de su profesión. Sin embargo, se equivoca cuando le dice a Hannah que no hay más solución que afrontar la situación y seguir adelante. A pesar de que Hannah no se abrió lo suficiente y no contó los detalles de lo que le pasaba (por su falta de expresión emocional, quizás por el shock de la situación), debería haberle dejado la puerta abierta a otro tipo de soluciones, ser de algún modo más afectivo con ella y prestarle ayuda o simplemente esperar a que ella decidiese contar lo que pasa, a su lado. En este tipo de situaciones, a pesar de que no se le debe obligar a hablar si no quiere, se debe ser paciente y estar con ella, mostrar que se está para lo que necesite a su lado, ser apoyo hasta que la expresión emocional y el grado de confianza necesario aflore. La persona ya se siente arropada simplemente con ese hecho. No hacer nada a veces es hacer mucho. Aquí la inevitable dependencia emocional, por muy pequeña que sea, que toda persona humana tiene.
    Serie impactante, cruel y muy necesaria desde mi punto de vista a pesar de los puntos críticos. El objetivo de la serie es llegar a cuanto más público mejor y hay que aprovechar este tipo de situaciones para conseguir la mayor sensibilización de un grave problema que en demasiados casos pasa desapercibido o incluso se llega a ocultar o restar importancia por la propia víctima. Las víctimas se sienten bloqueadas e impotentes para comunicar la situación negativa que viven y ponen sonrisas donde a veces hay lágrimas, por vergüenza o
    simplemente por no preocupar a sus seres queridos.

    Ana Vidal Muñoz 2°Bach B

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  11. A lo largo de estos años nos hemos podido dar cuenta de que las redes sociales han ocasionado muchos situaciones de acoso y presión social. En mi opinión esto se debe a que la mayoría de las personas hacen un mal uso de estas redes utilizándolas para controlar o criticar la vida de los demás, sin ser conscientes en muchas ocasiones del daño que podemos ocasionar con nuestros comentarios o de las consecuencias que esto podría conllevar.

    Vivimos en una sociedad que se basa en estar pendiente constantemente de lo que otros hacen y de intentar que todos vean lo que hacemos con el fin de destacar ante los demás, cuando a la mayoría de ellos ni si quiera los conocemos. Según algunos de mis compañeros esto se debe a que las redes sociales como Facebook, Twitter o Instagram proporcionan una gran facilidad para obtener o ver los datos personales de otras personas, sin embargo, en mi opinión esto es falso, ya que todas ellas permiten tener privacidad y control sobre quien ve nuestra información, fotos o vídeos. Esto me lleva a pensar que estas situaciones son ocasionadas con nuestro consentimiento, ya que de no ser así podríamos remediarlo.

    Las redes sociales han creado una gran dependencia entre los adolescentes, quienes se empeñan en mostrar que llevan una vida perfecta sin pararse a vivirla. Creo que deberíamos preocuparnos más por vivir momentos rodeados de nuestra familia y amigos que de tratar de inmortalizarlos.

    Ángel Parrales Rodríguez 2ºBach A

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  12. Efectivamente, todos participamos en este afamado juego conocido como “redes sociales”. Parece ser que tenemos la necesidad de demostrar al mundo lo “geniales” que somos o lo “bien” que podemos llegar a sentirnos con una simple foto.
    Es evidente que (al igual que en la misma sociedad), se han establecido ciertos cánones que controlan nuestro comportamiento en las redes sociales. Casualmente, siempre existen los mismos “patrones” a la hora de calificar un perfil de Instagram: popular, alternativo, melancólico, solitario, etcétera. Como bien menciona Andrea, es igual si tu personalidad real coincide con la virtual, pero, al fin y al cabo, lo que los adolescentes deseamos no es otra cosa que llamar la atención de los demás. Sabemos que posiblemente no cumpliremos el objetivo establecido a la hora de publicar una foto, pero simplemente logramos sentirnos bien con nosotros mismos.
    Si bien es cierto que las redes sociales no dejan de ser una droga que no hace más que corromper la sociedad de forma cada vez más acelerada. El primer día que uno se crea un perfil en una red social cualquiera no busca más que curiosidad, descubrir qué están haciendo los demás. Quizás se comience con un uso moderado, aunque a medida que pasa el tiempo, este se ve incrementado de forma exponencial. ¿La razón? Evidente, detestamos salirnos de “la onda”.
    Lo cierto es que, gracias a ellas, hoy en día es raro encontrar un solo adolescente exento de complejos. Ello conduce a un incremento masivo de la competitividad, las comparaciones, el individualismo, el narcisismo, etcétera. ¿Quizás sean las redes sociales las principales culpables de la pequeña “jerarquía” en la que vivimos establecidos los adolescentes durante nuestra estancia en la secundaria y el bachillerato? Es muy probable.
    Claro está, una “adolescencia jerarquizada” suele desembocar en acoso escolar, en este caso ciberbullying. Es cierto que el mismo acoso perdura desde probablemente más allá del siglo pasado, pero el mero hecho de participar en esta cadena, por muy minúscula que sea la hebra, de las redes sociales nos involucra a todos y además incrementa el riesgo de acoso. Soy consciente de casos de ciberbullying actualmente, de individuos que, abrumados por los complejos, se deciden a subir a las redes videos comprometidos para así, como he dicho anteriormente, sentirse bien con ellos mismos. No obstante, existen muchos otros casos de ciberbullying, condicionados probablemente por la propia vida real, sin tener en cuenta sus acciones en las redes.
    Al fin y al cabo, la acción de participar en las redes sociales no deja de ser un círculo vicioso. Es prácticamente imposible abandonar un rol que se le establece a una determinada persona desde el mismo día en que se dispuso a entrar en el “mundillo”, principalmente por diversos factores: ansiedad, sensación de soledad, presión social, etcétera. Se puede decir que, desgraciadamente, estamos obligados a cumplir con nuestra “función virtual”: La de responder ese famoso ¿qué está pasando? mientras observamos “lo bien que se lo montan los demás”.

    José Mª Gutiérrez-Ravé Estrada 2ºBTO. B

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