13 de octubre de 2015

No todo es tan oscuro.

       

Día tras día, al ver la tele, leer los periódicos, escuchar la radio o incluso tuitear, nos llegan noticias realmente  desoladoras,  ante las que algunos pasan de largo y que a otros nos rompen un pedazo de corazón. Estas noticias hacen que tengamos un poco   menos de fe en la humanidad. ¿Es que solo pasan cosas horribles en este mundo?

      No es así. Todos los días descubrimos cosas realmente impresionantes: personas que lo dan todo a cambio de lo que parece ser nada; voluntarios sacrificados por ayudar al prójimo y hacer esta sociedad un poco más humana.

      Creo que muchos no saben realmente el significado de la palabra voluntario. Yo, como voluntaria, tengo que escuchar diariamente comentarios como: ”¿Y no te pagan?”, “Por un día que no vayas… qué más dará”, “¿No vas a venir con nosotros por eso?”… Parecen no comprenderlo. El voluntario es aquella persona que da lo que puede sin esperar nada a cambio,  que se compromete con la sociedad, que trabaja para hacerle la vida un poco más fácil a quienes lo necesitan,  que pospone su vida privada para empujar la de otra persona. Ser voluntario es una forma de ser, de estar en el mundo, de vivir.

      Hemos de convencernos de que cuando ofrecemos parte de lo que  somos o tenemos para ayudar a  otros, los primeros  beneficiarios somos nosotros mismos. Nuestra vida da un giro de 360 grados y se convierte  en una vida plena y realizada cuando somos capaces de compartirla.

      El voluntario ha existido siempre como respuesta al sufrimiento, la marginación y la pobreza. Últimamente la situación mundial es devastadora, y es ahora más que nunca cuando el voluntario toma una mayor importancia.  Por ejemplo, actualmente uno de los temas más mediáticos  es la crisis migratoria europea:  civiles que han tenido que huir debido a la violencia de  la guerra civil que ha afectado a Siria desde 2011. Un tema que realmente nos afecta a todos. El mundo entero se ha volcado con esta causa, pero hay un caso que especialmente nos muestra esas ganas de ayudar y ese compromiso social:

      En Islandia, donde la población es de 300.000 habitantes, se esperaba acoger a 50 sirios al año. Una de sus habitantes (la escritora y profesora Bryndis Bjorgvinsdottir) no estuvo de acuerdo con esta cifra tan baja y decidió  crear un grupo de Facebook llamado «Siria está llamando» para reclamar al gobierno que permitiera acoger a  más refugiados.  La iniciativa promovida en las redes sociales ya cuenta con el apoyo de más de 14.000 ciudadanos, que han abierto las puertas de sus casas; incluso muchos han ofrecido sus trabajos para ayudar a los desamparados sirios.

«Son nuestras futuras esposas, novios, almas gemelas, el batería de la banda de nuestros hijos, Miss Islandia 2022, el carpintero que termina el baño, el cocinero en la cafetería, el bombero y el presentador de televisión», comenta Bjorgvinsdottir.

Son acciones como estas las que nos recuerdan que hay esperanza, que de todo lo malo podemos sacar una parte positiva.

       Hace ya casi dos años  yo misma decidí ocupar mi tiempo en realizar un voluntariado. Me pareció una buena manera de ocupar mi tiempo, hacer lo que realmente me gusta y adquirir experiencia. Desde entonces he trabajado en diversos proyectos para ayudar aquí en Sevilla.
Desde que empecé todo ha cambiado, y sobre todo mi manera de pensar y ver el día a día, más concienciada con la actual situación social y económica, y sabiendo que hay muchísima gente que de forma anónima cambia un poco  el mundo con sus pequeñas acciones.

      Mi labor, y la de mis afortunadamente numerosos compañeros,  actualmente se reduce a visitar a los niños enfermos del hospital Virgen del Rocío, jugar con ellos, hacerles olvidar durante dos horas la horrible situación por la que están pasando. Pero no solo los ayudamos a ellos; también a sus familiares, que pasan tanto tiempo en el hospital y que no recuerdan qué es hablar de algo que no sea enfermedad y tratamiento. Pueden dar una vuelta pero casi siempre deciden sincerarse con nosotros, contarnos su historia y sentir que a alguien más le importa su situación.

      No cuento esto ni mucho menos para ser el centro de atención, sino para demostrar que se puede ayudar aun teniendo 17 años, aun viviendo en Mairena y teniendo que coger un metro y un autobús para llegar al hospital.  Como dijo Paulo Coelho: “El mundo cambia con tu ejemplo, no con tu opinión”. Para ayudar siempre hay tiempo y alguien que lo necesita.

      Ser voluntaria forma parte de mi vida, me siento una parte importante de la sociedad  y me siento bien cuando ofrezco mi ayuda y mis escasos conocimientos  a la gente. ¿Mi mayor recompensa? Un "GRACIAS" de corazón, que hace que siga cada día más entusiasmada.

5 comentarios:

  1. Todo el mundo conoce esa famosa cita de "En un voluntariado recibes más de lo que das". La primera vez que yo la escuché fue hace ya algo más de un año, justo antes de comenzar esta pequeña aventura en la que me veo inmersa cada viernes en el Hospital Virgen del Rocío.
    En esta pequeña aventura me encuentro con gigantes que no superan el metro de altura, con valientes heroínas que regalan (y arrancan) sonrisas a cualquiera, a chiquitines que tienen un corazón que no les cabe en el pecho y a futuros artistas que me dibujan los sueños que esas cuatro paredes en las que están 24 horas del día no logran aplastar.
    Y claro que recibo más de lo que doy, y es que la labor de un voluntario, como dice Vicky, es de las labores más hermosas del mundo. Cada sonrisa de los niños y sus familiares, cada risa o cada palabra que no esté relacionada con lo que tienen que oir cada día es algo que cuesta muy poco regalarles, sólo cuesta un poco de tiempo y ganas, muchas ganas y actitud.

    Es un sentimiento indescriptible y tú lo reflejas de forma maravillosa en esta entrada Vicky, ¡Muchas gracias! :)

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  2. El tiempo que vosotras les dedicáis a un niño o a sus familias es más valioso que la donación millonaria de una empresa. Estáis cambiando el mundo porque estáis creciendo como buenas personas y, hagáis lo que hagáis, sé que seguiréis actuando como buenas personas. Nuestro mundo no sería tan bárbaro si estuviera dirigido por gente que se detuviera más tiempo a abrazar a un niño, a contarle un cuento o a mirarle con honestidad a los ojos.
    Necesitamos educar en la bondad y la empatía.
    Y hoy la clase nos la ha dado Vicky. Gracias.

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    1. Leonor gracias a ti por darnos una manera de expresarnos, y sobre todo por confiar tanto en nosotros.

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  3. Has devuelto en mi la ilusión que perdí hace algún tiempo. Es ilusión que siempre tuve de ayudar de cierta manera a la gente, una ilusión que se apagó en su día y, que por diversas circunstancias que no vienen al caso, tú has vuelto a encender en mí. Gracias de corazón por esta entrada maravillosa. ¿Sabes lo que es sentir un nudo en la garganta cuando lees algo bonito, que te llega? Has hecho que ese sentimiento me brote cuando leía la labor que haces con los pequeños. Y es que. son ellos más que nadie los que nos dan a los demás grandes lecciones de vida. Lecciones de vida que alguien con sabiduría y recorrido en la vida ni siquiera podría darnos. Verle la cara de felicidad a un enano que lo está pasando realmente mal, inocente, feliz, con energía segurísimo que no tiene ningún precio. De personas como tú debería estar conformado este planeta, pero desgraciadamente no todos tienen esa capacidad de solidaridad y empatía con las personas.

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