13 de diciembre de 2015

Y tú, ¿estás en contra?

Elena Continente es una alumna de 4º de ESO del Juande. Un día se me acercó y me ofreció su ayuda puesto que es buena manejando programas de realización y montaje de vídeos. Se lo agradecí, por supuesto. Le hice una propuesta.
Al poco tiempo, vino ella con la suya. La tenía muy clara. Abrió una dirección de correo para poder recibir las colaboraciones de la gente. Informó personalmente en los cursos de 4º de ESO. Buscó, pidió, recopiló con la ayuda de su compañera Isa fotos y vídeos. Y montó el vídeo que aquí presentamos, ya más que conocido porque circula por twitter y otras redes.
No quiero hablar del vídeo sino de Elena y de gente como ella. Su iniciativa es un paso importante en este lucha que a veces nos parece interminable, contra la violencia machista. Porque ella, una chica de 15 años, ha decidido que podía hacer algo y lo ha hecho. Con empeño, gracia, ternura. Muchas personas que triplican su edad jamás han hecho nada por nada ni por nadie. Ella sí.
Gracias, Elena. A ti y las muchas chicas y chicos que, como tú, no se conformas, piensan, se resisten, apoyan, ayudan, saben decir no y saben decir sí.
Gracias a todas las personas que no se resigan. Gracias a quienes ni piensan ni pronuncian la frase "No hay remedio".
Porque sí lo hay.

<br />

10 de diciembre de 2015

MACHISMO CAMUFLADO

Indudablemente, barbaridades como violar o torturar a una mujer, son tachados de actos machistas por la inmensa mayoría. Pero estos son solo las manifestaciones más visibles y escandalosas de la desigualdad; sus raíces residen en "pequeños" detalles, actitudes tan comunes en nuestro día a día que a poca gente se le pasa por la cabeza que estos hechos constituyan las bases tan sólidas sobre las que se asienta el machismo.
Esta es, precisamente, el arma más poderosa de la desigualdad entre ambos sexos: el machismo es una enfermedad contagiosa, tan presente en nuestra sociedad patriarcal porque nos es inculcada desde pequeños. Y logra así, por ejemplo, que autodenominados "feministas" se escandalicen si una mujer, sin importar su edad, va ligerita de ropa, haciéndonos caer en una de las muchas trampas del machismo: las mujeres no pueden tener derecho a exhibir su cuerpo, simplemente porque no tienen el mismo derecho sobre él que el que tienen los hombres.
Pongamos otro ejemplo sobre el mismo tema: afortunadamente, entre las culturas occidentales está bastante extendida la actitud de denuncia y rechazo a la costumbre denigrante de obligar a las mujeres del entorno más radical del Islam a llevar burka. No obstante, las mismas personas muestran esa actitud de rechazo cuando una mujer muestra de forma natural su pecho, esa parte del cuerpo tan extremadamente censurada en el cuerpo de la mujer a menos que sea utilizada como reclamo publicitario sexista. Considerar como escandalosa la visión de pechos femeninos nos parece tan obvio que no nos paramos a pensar en que se trata simplemente de un acto de machismo camuflado.
El razonamiento de aquellos que son machistas inconscientemente sostiene que una fémina es libre de enseñar tobillos, muñecas, rodillas, cara...¡faltaría más! Eso sí, no puede enseñar su torso desnudo. Porque tiene pechos de mujer. Esta idea afirma que por el simple hecho de ser distintos los pechos de hombres y mujeres, los de los hombres son "aptos" mientras que los senos de una mujer están condenados a la censura. El principal argumento a favor de esta actitud es que "los pechos de mujer son distintos". Efectivamente, lo son. Bellos y distintos. Si en algo nos diferenciamos hombres y mujeres es en nuestra anatomía. Sin embargo eso no puede justificar nunca que dichas diferencias justifiquen la inferioridad de un cuerpo sobre otro.
A esta gran pandemia machista del mundo actual, se la vence concienciando, educando. Y con actos reivindicativos. A veces pequeños detalles como actuar con normalidad ante el torso desnudo de una mujer, supone un acto tan revolucionario como una gran manifestación, y nos acerca, poco a poco, a la igualdad entre hombres y mujeres.

El pasado marzo, un grupo de islandesas comenzó una reivindicación sobre este tema muy interesante. Si quieres saber más, pincha aquí.


Luna Jiménez Pola, colaboradora del grupo Aequitas 25



This cannot continue happening!


When people talk about the teenage stage, happiness appears in our brain because we see it as the most beautiful part of our life; we start going to parties, we meet new people...But now, What about if I told you that for some people this part of their life has been the worst time they have ever had?... What about if I told you that some teenagers right now feel this way?
These teenagers see this stage as the one where they just have to survive in high school having to face other people's abuse everyday. This is as normal as we have given a name to this situation, "bullying", unfortunately every day someone is under it.
We receive a lot of talks about it, but it still exists everywhere because the teenagers who bull other mates, have been bullied before, and the ones that bullied them had been bullied too, etc.. This makes fighting against it really hard.
However I think that there is nothing we can't do together, so why don¡t we start making teenagers see that even in their HIGH SCHOOL CLASS it probably is someone that feels bullied?, when they see this, it probably will make them think and this will start happening less because everyone will go against the stalkers. 

Pablo Mena, collaborator of Aequitas25 Group


7 de diciembre de 2015

Mientras tanto, siguen muriendo mujeres


En 2008 fueron 84. En 2011 fueron 67. En este año que está cerca de acabar, 55.
No, no estoy hablando de datos referentes a la economía o a la política, sino de mujeres. Mujeres asesinadas, que no muertas. Mujeres cuyo único delito fue su género y que murieron a manos de aquellos que las habían considerado como propias.

Si echamos la vista atrás, podemos ver cómo la situación de la mujer en la familia ya no es la misma. Ya no se publican manuales de cómo ser una buena esposa, ni se nos enseña a coser en el colegio. Tampoco necesitamos que nuestro padre o marido nos autorice para administrar dinero ni se habla de chicas universitarias como algo inédito. Sin embargo, siguen muriendo mujeres.

Mientras generaciones de mujeres valientes y brillantes anteriores a nosotras han luchado por alcanzar los derechos que tenemos hoy en día, parece que nosotras nos hemos “relajado”. Hemos crecido escuchando que las mujeres son iguales que los hombres, que tenemos los mismos derechos y las mismas obligaciones y tanto es así, que lo hemos acabado dando por hecho. Y, sin embargo, siguen muriendo mujeres.

Puede que estas muertes tengan su origen en cómo se nos educa a ambos géneros. Comenzando por los juguetes “de niñas”; toda la sociedad considera que la responsabilidad de cuidar de los demás, de que toda la familia esté feliz y unida, recae en el ámbito femenino. Según datos del Instituto de la Mujer y CCOO, las mujeres que deciden ser madres conforman un 42,6% del total de personas que dejan de lado su trabajo , mientras un 2,3% son los padres que abandonan su trabajo por motivos familiares. Además, aquellas madres que no renuncian a su vida laboral por los mencionados motivos, se ven obligadas a recurrir a guarderías y a acarrear un sentimiento de culpabilidad y remordimiento por no haber visto crecer a sus hijos, por sentirse "malas madres". ¿Por qué estos sentimientos no aparecen en el padre cuando este no deja de trabajar? ¿Por qué hay mujeres que se quejan de que su marido no les "ayuda" en las tareas del hogar? ¿Acaso no han de ser compartidas? Si una mujer no cumple esa responsabilidad, si se sale del rol que le ha sido correspondido, ¿qué sucede?

Todos hemos visto u oído alguna vez la escena en la que el hombre se queja de que la tarea que le corresponde a su mujercita no está tan bien hecha como debiera. O de la clásica expresión "vete ya a tu casa a freír huevos...", que se gana una fémina cuando se le ocurre salirse de las dos losetas que tiene como límites vitales y/o profesionales por tradición.Y aunque es duro tener que recurrir a un ejemplo tan extremo para reflejar en qué desembocan estas situaciones tan normales y secundadas por la sociedad, es necesario para verlo claro, para que nos demos cuenta de que estas muertes no vienen solas, que siguen muriendo mujeres.

“El número se reducirá con el paso del tiempo” dicen algunos. “Son casos aislados” dicen otros.  Esto es fácil, cómodo de creer. ¿Por qué no seguir tal y como  estamos? No son pocas las personas que sostienen que el movimiento feminista actual no persigue la igualdad, sino que busca el dominio de la mujer sobre el hombre, todas ellas consideran que la igualdad está alcanzada. 
¿Pueden explicar esas personas por qué, entonces, siguen muriendo mujeres?

Julia González Pérez, colaboradora del Grupo Aequitas25.