Lo que es la menstruación, afortunadamente, todos lo sabemos. Mitos arriba, mitos abajo, parece ser que nuestra sociedad ha logrado superar los fantasmas y miedos de la ignorancia y dejar a un lado creencias tan absurdas que sólo mostraban una falta de conocimiento y madurez. Y como no iba a ser menos, países en los que reinan estos ingredientes, los aúnan y se montan al carro de discriminar al género de siempre, el femenino. ¿La razón? Por supuesto la falta de educación e información. Cuando aquí todo lo que una puede recibir es una lluvia de responsabilidades que desintegra tus pantalones manchados de barro, en India lejos de presentarse como lo que es, un proceso natural, continúa siendo un tabú que por medio de falsas creencias convierte a la mujer en sucia, impura y enferma. En países del sudeste asiático o África estas niñas no sólo no tienen alguien que las tranquilice y exalte por haberse convertido en todas unas “mujercitas”, sino que a la falta de conocimiento sobre ese fenómeno rojo que su propio cuerpo experimenta se le suman inconvenientes como son la falta de acceso a las medidas de higiene necesarias.Y en consecuencia, estas recurren a materiales como fibras de plátano, trapos, maderas o bolsas durante su menstruación y abandonan el colegio durante estos días, lo que sin duda afecta a su salud negativamente y excluye progresivamente a la mujer de la participación en la vida diaria. A esto se le suman una serie de limitaciones y prohibiciones en cuanto a comida, higiene o el acceso a lugares de culto, si quieres leer más pincha aquí.
Frente
a esto existen comunidades de ONGs que luchan por hacer llegar tanto la
conciencia de la necesidad de la educación e higiene menstrual como materiales
y productos. Organizaciones como Femme International o artistas como Rupi Kaur,
quien desencadenó todo un movimiento en las redes sociales tras subir una
fotografía con visibles manchas causadas por la menstruación, luchan por reivindicar la
naturalidad de este proceso.
Lo
cierto es que aún nos quedan muchos estigmas culturales por erradicar, y en
mayor o menor medida la menstruación continúa siendo en ciertos lugares, y a
veces no tan lejanos, algo que genera vergüenza, algo en torno a lo que
continúan existiendo dudas, incluso procedentes de la propia mujer: un considerable
número de mujeres sufre de endometriosis y su diagnóstico es postergado hasta 8
años sólo por tratarse de un “mal de mujeres”, dolores menstruales “normales”,
cuando lo cierto es que al tratarse de un proceso natural como lo es el comer y
el respirar, como tal no debe de doler. La discriminación no sólo procede del
mundo de la medicina sino que engloba a una sociedad en la que productos de primera necesidad para gran parte de la población como son compresas y tampones
no son considerados como tal (por ejemplo, están grabados con un IVA del 10% y no con el superreducido como reclaman las asociaciones de consumidores) y acaban engrosando un gasto obligatorio y
demasiado elevado para la mujer-Y ese es el principal problema, que continúa
tratándose de un asunto de mujeres al que demasiados sectores hacen oídos
sordos, y ante lo que sólo cabe preguntarse cómo sería si fueran
<<ellos>> los que la sufrieran.
Quisiera terminar con un fragmento de la respuesta de Rupi Kaur tras la censura de su
fotografía en Instagram:
“Sangro
cada mes para ayudar a que la humanidad sea posible. Mi útero es el hogar de la
divinidad. Una fuente de vida para nuestra especie. Ya sea que decida crear
vida o no. Pero pocas veces es vista así. En civilizaciones antiguas, la sangre
era considerada sagrada. En algunas de sociedades todavía es así. Pero la
mayoría de las personas, sociedades y comunidades desprecian este proceso
natural. Algunas se sienten más cómodas con la pornificación de las mujeres. La
sexualización de las mujeres. La violencia y degradación de las mujeres que con
esto. No quieren que se les moleste para que no tengan que expresar su asco.
Pero se enojan y se molestan por esto. Nosotras menstruamos y lo ven como algo
sucio. Como si buscáramos recibir atención. Enfermas. Una molestia. Como si
este proceso fuera menos natural que el respirar. Como si no fuera un puente
entre este universo y el último. Como si este proceso no fuera equivalente al
amor. Al trabajo de parto. A la vida. Sin egoísmo y maravillosamente hermoso.”
Paula Macías Pardo, colaboradora del grupo Aequitas25
Paula Macías Pardo, colaboradora del grupo Aequitas25