24 años separan a Emmanuel de Brigitte Macron; los mismos
años que a Donald Trump de Melania.
La historia de la pareja Macron es todo un escándalo amoroso. Ella era profesora de Lengua y de Teatro, de 39 años, casada y con tres hijos. Su inteligencia, su interesante conversación, sus intereses y un proyecto de final de curso hicieron que el joven estudiante de 16 años se enamorara de su profesora. Como os podéis imaginar, aquello provocó todo un boom. Los padres de Macron lo enviaron lejos de allí, pero él prometió volver a por su profesora cuando fuera un poco mayor, independiente de sus padres. Y así fue, y ahí siguen. Ella es su apoyo incondicional, toda decisión la comenta con ella, y quiere que ambos estén uno al lado del otro, ni delante, ni detrás; a la par.
Hoy en día, el hecho de que ella tenga 24 años más sigue
siendo todo un trauma para la prensa y los críticos del corazón. El aspecto
jovial del presidente choca con el aspecto más “gastado” de su acompañante. Brigitte
y Emmanuel Macron van contra natura; invierten el orden establecido a la hora
de elegir a su compañero de vida.
En la otra cara de la moneda, tenemos a la pareja Trump. El presidente es el
que goza de 24 años más que su pareja. Pero claro: Melania aporta una cara bonita,
una presencia espectacular; y entre los dos y un hijo, forman una estampa
familiar modelo.
Y aquí no criticamos el aspecto de Donald Trump, ¿verdad?
Que el hombre sea mayor no es criticable, es lo normal. Porque muestra la
superioridad del macho, el control que tiene sobre su pareja; enseña quién
tiene el poder y la voz cantante en la relación. ¿Patriarcado? Para nada.
Probablemente estas dos parejas no sean las primeras ni las
únicas en ser criticadas por los medios de comunicación; de hecho, son un caso
más. Y lo que realmente se está criticando y valorando, es a las mujeres, su
edad, su aspecto. Creo que debemos ser
como yogures o galletas. Llegada una fecha, mejor tirarnos a la basura
porque ya no estamos buenas.
Teniendo en cuenta todo esto, ¿seremos viejofóbicos? ¿Tendremos
miedo a envejecer, a perder los signos joviales que nos han acompañado a lo
largo de nuestra vida?
Pues no, no lo somos. Porque no tenemos miedo de hacernos
mayores. Sólo nos espanta la vejez femenina. Desde pequeñas estamos sufriendo
las consecuencias de crecer. Perder la imagen de niña, de la pureza, es lo que
nos hace inservible a los ojos masculinos.
La primera crema antiarrugas es como el primer tampón,
signos de la edad que provocan en nosotras miedo y vergüenza, porque los años
están haciendo efecto en nuestros súper cuerpos de revista.
Somos nosotras las que sufrimos la belleza como una
puñalada, porque tenemos que conservarla pase lo que pase, pasen 10 o 100 años.
Elimina arrugas, ojeras, patas de gallo, barriga, piernas, culo. Mantente cómo
una muñequita y no estropees la imagen de tu marido con tus años. Sé tú misma pero ni se te ocurra cumplir años. Y si lo haces, opérate o quítate de en medio porque eclipsas con tus kilos de más los cuerpos cañones de los "fofisanos" de la tercera edad que se dedican a dar patadas a un mundo ya de por sí convulso.
Andrea Figueroa Estrada, colaboradora del grupo Aequitas25
Andrea Figueroa Estrada, colaboradora del grupo Aequitas25