Ha
pasado una semana desde el plebiscito realizado en Colombia. El líder de las
FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), Rodrigo Londoño Echeverri,
más conocido como "Timochenko", fue el que firmó en la Habana el
pasado lunes 26 de septiembre con Juan Manuel Santos, presidente de Colombia, el
acuerdo de paz sometido al mencionado plebiscito.
Los colombianos estaban convocados a las urnas el 2 de
octubre para contestar a una pregunta que a simple vista parece bastante fácil:
"¿Apoya usted el acuerdo final para la terminación del conflicto y la
construcción de una paz estable y duradera?" La respuesta era incluso más
escueta: SÍ o NO.
Colombia ha rozado con las yemas de
sus heridos dedos la posibilidad de acabar con 52 años de conflicto armado. De
conseguir la paz, la PAZ con mayúsculas… y ha dicho que NO, pero en minúsculas:
no. Porque el NO consiguió el 50,21% de los votos y el SÍ, el 49,78% (con la
extraña desaparición de un 0,01%). Un margen despreciable, peor aún si contamos
que el 60% de los convocados no acudió a votar.
Aunque eso no es todo. Las zonas más
castigadas por el conflicto, principalmente rurales, aceptaban el perdón que
las FARC habían pedido públicamente y apostaban por el SÍ. Algunos
departamentos incluso con más del 90%. Pero han sido las zonas urbanas, apenas
afectadas por la guerrilla, las que han inclinado la balanza en contra de la
paz. Entonces, ¿han votado los que no debían votar?
Sin embargo, hay que tener en cuenta
que seguramente no estén en contra de la paz, sino de la forma de conseguirla,
como alegaban algunos partidarios. Álvaro Uribe, ex-presidente de Colombia y
líder de la oposición, cuya popularidad es bastante mayor que la del actual
presidente, apostaba por el NO, defendiendo que no era esa la manera de
alcanzar la paz: dejando impunes a los guerrilleros.
Esa es la cuestión definitiva: PAZ o
JUSTICIA. No parece lo correcto dejar que un grupo armado que ha dejado 8
millones de víctimas, 260 000 muertos y 100 000 desaparecidos se incorpore a la
sociedad tan solo entregando las armas y desmovilizándose sin recibir ningún
tipo de penalización. Tampoco parece justo dejar pasar la oportunidad de que no
haya ni una sola víctima más, de que no haya más miedo y dolor.
Lo único cierto es que, según ese
tratado, las FARC conseguiría representantes con voz pero sin voto en el
Congreso y 5 escaños en el Senado y en la Cámara de Representantes hasta 2026.
Tras el fracaso de UP (Unión patriótica), partido con miembros de las FARC, que
fue masacrado en los años ochenta y noventa, por lo que necesitarían
protección. El hecho de que se incorporen a la política, con posibilidades de
convertirse en los líderes del mañana no le agrada a mucha gente, pero no sería
el primer país donde un ex-guerrillero alcanza un alto puesto en la dirección
del país (como Brasil, Guatemala, El Salvador o Uruguay).
Creo que lo peor de que no se haya
obtenido aún la paz en Colombia es que la razón era evitable. La constitución le
otorga al presidente plenas facultades para conseguir la paz, pero Santos
decidió jugar a la democracia pecando de soberbio o quizás de iluso y le ha salido al revés.
Ahora no tiene plan B, aunque a mí me gustaría saber cuántos colombianos se
leyeron las 297 páginas del acuerdo antes de ir a votar y dejar a su país en la
más terrible incertidumbre. Tal vez la reciente concesión del Premio Nobel a Santos devuelva a este la autoridad que ha perdido. O no. El tema merece, como poco, una reflexión.
Judit Fernández Roca, colaboradora del grupo Aequitas25
Judit Fernández Roca, colaboradora del grupo Aequitas25
Brillante reflexión la tuya Judith.
ResponderEliminarDifícil decantarse por un sencillo si o no. Somos capaces de olvidar,perdonar y pasar página?
O siempre esperamos una venganza fría para olvidar y perdonar?
Reflexión
Gracias, Judit, por hacernos ver que decidir la Paz para Colombia no debería ser tan compleja como aparentemente ha parecido. Un NO a la guerra es algo bien fácil de decidir y de decir. NO a la guerra, y luego discutimos sobre todo lo demás pero, de entrada, NO a la guerra. A una persona con hambre es absurdo preguntarle si conoce los requisitos para una sana alimentación, pues con esto, igual, que la paz como el pan son artículos de primera necesidad.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con Germán, aunque él lo diga mejor. Paz necesaria como el pan y el aire.
ResponderEliminarGracias, Judit. Lo que haces y escribes es mucho más importante de lo que crees.