Ana Orantes murió asesinada en 1997, achicharada viva por su exexposo, trece días después de haber denunciado en un programa televisivo el maltrato que llevaba soportando durante los cuarenta años de su vida conyugal. La repercusión mediática del caso llevó a que en 1999 se modificara el Código Penal, que estableció la orden de protección a la víctima y consideró el maltrato psicológico como violencia. En 2004, tras un amplio debate y un análisis pormenorizado y serio, el Congreso de los Diputados aprobó por unanimidad la Ley Integral contra la Violencia de Género.Por unanimidad. Por unanimidad, repito. Habría que seguir contando la historia, pero vamos a parar aquí.
Voy a intentar que esta entrada tenga pocos sujetos y muchos predicados.
Vivimos momentos difíciles (seamos elegantes). Se escuchan y se escriben necedades y mentiras sobre esta ley y sobre el feminismo. Se multiplican las voces de quienes afirman con rotundidad que la violencia no tiene género y que el feminismo radical es algo así como una dictadura,
Paso de los datos. Quienes los necesiten que acudan al Consejo Superior del Poder Judicial, que cifra en un 0.078% el porcentaje de condenas por denuncias falsas desde 2009. Por ejemplo. Paso también de explicar que es mentira que la citada ley acabe con la presunción de inocencia del hombre. Paso porque solo oye quien quiere oír.
Pero no paso (no pasamos) de consentir que se dé ni un solo paso atrás en las metas conseguidas en materia de igualdad. El IES Juan de Mairena no pasa. No es una cuestión política sino de derechos de las mujeres y de derechos humanos, por tanto.
El género no es una dictadura. Al menos, el femenino. Por ser mujer, lo tenemos aún crudo. Por ser mujer, somos víctimas de violencia. No porque el colega esté chalado. No. Sino porque el machista cree que somos de su propiedad. Por ser mujer sales al súper ( o a correr) y te violan y te matan. Por ser mujer, vas a cobrar en muchos casos una pensión mierdosa (se me acabó la elegancia) porque has dedicado tu vida entera a los cuidados (no remunerados). Por ser mujer lo tienes más difícil si quieres ascender en la escala laboral porque tienes que demostrar más y mejor. Por ser mujer opinan sobre tu cara, tu culo, tus tetas o lo que sea cuando sales a hacer deporte. Por ser mujer te soban y mejor te callas o acabas en la calle, bonita. Por ser mujer no te creen un poco mucho demasiado.
No es una cuestión de política. O no debería serlo. La Ley contra la Violencia de Género no se toca si es para ir hacia detrás. Por eso el 15 salimos a la calle. Con el apoyo de nuestro centro y nuestra directiva, que ha modificado el horario de un claustro para ello. Me siento orgullosa de mi centro en muchos momentos. En este, mucho.
El 15 de enero, a la calle. Porque la violencia sí tiene género. Ojalá no lo tuviera. Y ojalá la palabra violencia fuera ya un arcaísmo.
Suscribo cada palabra, nos va mucho en ello. Los derechos se alcanzan, no se dilapidan. No nos podemos permitir jugar con fuego. En ello va la vida de personas. Seguimos en la causa de lograr una sociedad en paz, verdaderamente igualitaria.
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