Creo que os queremos tanto porque sois aquello que nos falta. Jamás, por mucho que me empeñe, seré un genio como tú, Germán. Ni seré la eterna niña desbordante de ternura que eres tú, Concha. Ni seré el misterio apasionante y apasionado que eres tú, mi amado Hipólito.
Los objetos hablan. Esta idea ha sido un leit motiv en los
audiovisuales que hemos hecho tú y yo y por los que Germán se ha llevado
tantos méritos... Habla tu mesa caótica, Germán, tu taquilla perfectamente ordenada,
Concha, y tu manojo de llaves, Hipólito.
Pero también habla la ausencia de esos
objetos. ¿Qué extraño mundo empieza a partir del 8 de septiembre cuando tu móvil
siempre perdido, tu mochila abierta y tu tazón
con su eterno culo de café no estén, Germán?¿ Cómo se comienza a
trabajar sin ver a primera hora tu estuche y tus cuadernos, Concha? ¿Qué hago
cuando entre en la biblioteca y tu silla verde no sea ya tu silla, porque no
estás tú, Hipólito? No es cuestión de pena sino más bien de misterio. Cómo se
hace. Cómo se vive. Lo pienso y no me cuadra ¿Cómo funciona un coche sin motor o
como vive una persona sin venas?. No, no, no me quiero poner dramática. Es que
he heredado el vicio de Pandora y necesito saber. ¿Cómo se hace? Entonces imagino
que el viejo Juande es un monstruo dormido como Polifemo. Y por las noches se
despierta. Se despereza. Y siente el famoso dolor fantasma que sienten quienes
sufren la amputación de un miembro. Me imagino el dolor de ese viejo monstruo
ya decadente. Pero quiero imaginar, ya puesta, que, como un misterio más,
lentamente va naciéndole un nuevo miembro, tierno, palpitante, "que aún bullendo estaba… " Y aun
viejo y decadente, poco a poco vuelve a estar entero. Y no hay dolor fantasma
ya más. No sé. Yo creo tantas cosas extrañas. Además, las ausencias con el
tiempo son más nuestras que las presencias...
Vienes de tierra de panes, Concha. Y tú de tierra de aceite,
Germán. Y tú de aceitunas, Hipólito, que no es lo mismo. Qué viaje más hermoso
el que habéis hecho los tres para coincidir, entre norte y sur, de oeste a
este, en este viejo centro al que le habéis dado el aire, el agua, la tierra y
el fuego. Y qué suerte más grande, qué fortuna más infinita haber estado aquí para vivirlo.
Gracias.
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