Estimado señor.
Para cuando escribo esto, usted ya no es director de este banco y su banco ni siquiera existe como entidad independiente, al haber sido comprado por el Banco Santander por un euro. He leído que esta operación fue consecuencia de una orden directa del Banco Central Europeo como consecuencia de la difícil situación financiera de su entidad y que los accionistas perdieron casi todo su capital invertido. Imagino que habrá pasado usted unas semanas muy complicadas sin dejar de recibir críticas. Probablemente, la responsabilidad de esta situación no se deba a usted solo, sino a muchos y durante mucho tiempo y en este sentido, es normal que no se sienta justamente tratado.
Para cuando escribo esto, usted ya no es director de este banco y su banco ni siquiera existe como entidad independiente, al haber sido comprado por el Banco Santander por un euro. He leído que esta operación fue consecuencia de una orden directa del Banco Central Europeo como consecuencia de la difícil situación financiera de su entidad y que los accionistas perdieron casi todo su capital invertido. Imagino que habrá pasado usted unas semanas muy complicadas sin dejar de recibir críticas. Probablemente, la responsabilidad de esta situación no se deba a usted solo, sino a muchos y durante mucho tiempo y en este sentido, es normal que no se sienta justamente tratado.
Permítame decirle de antemano que
no voy a criticarle por la situación financiera del banco, que no soy
accionista ni tengo ningún interés en su entidad. Tampoco le haré una crítica
política ni pertenezco a ningún partido que pudiera interpelarle. También le
digo que es sabido que el Popular fue un banco ligado durante mucho tiempo al
Opus Dei. En absoluto esta carta tiene intención de censurar estos orígenes
aunque, ahora que lo pienso, puede que algo tenga que ver con lo que le voy a
decir. Pero como dicen los ingleses “anyway”, no es este el tema.
De lo que yo quiero hablarle es de
una campaña publicitaria. ¿Recuerda usted los folletos de “Tenemos un Plan”? Sí, dos inocentes folletos donde se ofertaba a los clientes unos productos
financieros, el Plan Cero (cero comisiones), el Plan Descuentos y el Plan Para
Mi. Los folletos eran distintos. El primero iba dirigido a los clientes
particulares, a las familias. Los planes entonces se adaptaban a estos clientes
y salían iconos que así lo reflejaban. El segundo estaba pensado para las
empresas, especialmente las pequeñas y medianas y de hecho su Plan era Para Mi
Negocio. Pero mire qué curioso: el folleto para las familias tenía en la
portada una mujer en una cocina de una vivienda familiar y el segundo, un
cocinero en la cocina de un restaurante. Mire usted, yo pienso que la elección
no es producto de la casualidad y que la agencia de publicidad no se jugó a
cara y cruz en qué folleto iba a representar a cada género. Es más, pienso que
fue algo sesudamente debatido. Detrás de esta elección hay una determinada
visión del papel que tiene la mujer y el hombre en la sociedad. La actitud de
los modelos me lo confirma aún más: ella relajada y modosa; él con los brazos
cruzados, seguro y fuerte. Pienso incluso que la profesión tampoco fue escogida
al azar: para ustedes la cocina familiar es el terreno de las mujeres y la
profesional, el de los grandes cocineros varones.
Déjeme que les diga lo
equivocados que están. Les diré por experiencia personal que hay muchos hombres
que cocinan y compran en su casa, como parte de un reparto más justo de tareas
en el ámbito familiar y que hay enormes cocineras profesionales ocupándose de
los restaurantes en sitios con estrella Michelin y en buenas casas de comidas
de medio mundo. Probablemente, serán más porque a las mujeres nos toca todavía
hacer un poco o un mucho más que ellos. Lo grave de su error es que influye,
tiene consecuencia, es una china para que la rueda de la historia gire un poco
más lenta a favor de las mujeres. Pero “anyway” otra vez, esto no es lo que más
me molesta de sus cocinas: lo peor es que huelen a rancio.
Claudia Aguilar Valero, colaboradora del grupo Aequitas25
Me has alegrado la tarde, Claudia. Muchas gracias.
ResponderEliminarEste texto escrito a modo de carta al director de un banco, es una crítica hacia la publicidad machista de dicho banco. Está escrito a modo de burla y denuncia el machismo de esta publicidad.
ResponderEliminarEn el texto queda claro el mensaje que se quiere transmitir y la opinión del autor. Además lo redacta de una forma muy original, al hacer como si fuese una carta al director del Banco.
Es un reflejo claro y conciso de la sociedad actual. Una sociedad llena de machismo y mensajes subliminales, que maquillados te inculcan ideales (casi siempre negativos, como es el caso) subconcienstemente.
Personalmente estoy en contra de este tipo de publicidad y de acuerdo con los argumentos expuestos en el texto. Hoy en día existen muchas mujeres cocineras y muchos hombres que se dedican a las tareas de la casa, por lo que esta publicidad me parece volver a imponer roles que si bien siguen existiendo hoy día, lo que hay que hacer es eliminarlos y no seguir insistiendo en algo tan erróneo y dañino como es esto.
En resumen la idea del texto está clara y te hace llegar el mensaje de una forma amena y original.
María Perza Martín. 2°F
I fully agree, dear Claudia. Your British sense of humour has captivated me. Congrats and let's continue defending true gender equality.
ResponderEliminar